Ámsterdam
Con más de 100 kilómetros de
canales, un sinfín de puentes, preciosas casas pegadas una a la otra,
bicicletas por doquier y edificios históricos por donde se mire, Ámsterdam es sin
duda alguna una de las ciudades más hermosas de Europa.
Su encanto particular no sólo es
perceptible a simple vista, sino también en sus rincones que guardan historias,
relatos y tesoros invaluables.
Cuándo ir
La mejor época para visitar
Ámsterdam es entre marzo –temporada de florecimiento de los tulipanes– y
septiembre, pues las temperaturas se vuelven agradables y cálidas. Eso sí, hay
que mencionar que entre junio y agosto se produce la mayor llegada de turistas,
por lo que la ciudad puede estar algo llena.
Clima
Ámsterdam es una ciudad más
bien fría, con veranos en que las máximas no suelen superar los 22°C e
inviernos que van desde los 0 hasta los 5°C, con altas probabilidades de nieve
y lluvia.
Gastronomía
Con el paso del tiempo,
Ámsterdam ha ido adquiriendo una cultura gastronómica muy propia que no hay que
dejar pasar. En ese sentido, cuenta con varios platos y preparaciones bastante clásicos,
como son las papas fritas. Éstas se pueden encontrar tanto como acompañamiento en
los restaurantes, como también en los carritos callejeros.
En la calle también se pueden
encontrar maatjes haring, peces arenques
crudos usualmente servidos con cebolla o pepinillos, ideales para comer como
snack. Así también lo son las bitterballen,
pequeñas bolitas fritas hechas con carne de res, harina y mantequilla, aliñadas
con perejil, sal y pimienta y servidas con diversas salsas.
A la hora de sentarse a la mesa
no puede faltar el hutspot, un guiso
de carne de vacuno servido con puré de papas y zanahorias, ni tampoco el erwtensoep, una clásica sopa de
guisantes.
Se escoja lo que se escoja para
comer, nada como acompañarlo con una buena cerveza, la bebida nacional de
Holanda, que no por nada es el padre de marcas como Heineken y Grolsch.
Ámsterdam está llena de
restaurantes y cafeterías para salir a comer. Sin embargo, las mejores zonas
para irse a la segura son las plazas Dam y Spui, y sus alrededores, como
también Leidseplein.
Qué ver
Es difícil escoger un lugar en
particular para empezar a recorrer Ámsterdam, pero quizás un emblema sea lo
adecuado. En ese sentido, el Rijksmuseum es un ícono visual de esta capital de
los Países Bajos, con su espectacular fachada llena de detalles y su tejado de
estilo gótico, totalmente imponentes. El también llamado Museo Nacional alberga
la colección más grande de cuadros del Siglo de Oro, con siete millones de
obras entre las que destaca Ronda de Noche de Rembrandt. Además, en las afueras
del museo se encuentran las letras gigantes que dicen “I amsterdam”, un
imperdible para tener fotos de recuerdo.
Muy cerca se halla también el
Museo de Van Gogh, el segundo más visitado de la ciudad después del Rijkmuseum.
Dentro de su moderno edificio de dos pisos, éste recopila más de 200 pinturas y
500 dibujos del artista, además de una colección de cartas. Saliendo del museo
se desarrolla el hermoso Vondelpark, un hermoso parque para dar un paseo y
disfrutar de sus paisajes antes de sumergirse en el caos del casco histórico de
la ciudad.
Muy cerca del Museo Nacional se
encuentra Leidseplein, una plaza gigantesca que está llena de vida tanto de día
como de noche. Muchísimos restaurantes, bares, discotecas, tiendas, cines teatros
e incluso un casino se reúnen en esta explanada, que durante el día se llena de
espectáculos callejeros.
Leidseplein se podría considerar
la puerta de entrada a la zona de los canales de Ámsterdam, en torno a los
cuales se desarrolla toda la vida citadina. Si se unieran en uno solo, serían
más de cien kilómetros de esta red fluvial en la que incluso algunas personas
escogieron vivir dentro de barcos que funcionan como hogares flotantes, dada la
saturación de las viviendas en la capital. Si hubiera que elegir solo tres
canales, definitivamente sería el Grachtengordel, que reúne a los más
importantes: Prinsengracht, Keizersgracht y Herengracht.
Este último canal se encuentra
en Jordaan, el antiguo barrio judío de Ámsterdam. Allí es posible ver las casas
y mansiones más hermosas de toda la ciudad, pasando también por restaurantes y
cafeterías llenas de encanto. Los más hermosos se encuentran en Nine Streets, un conjunto de nueve
calles que reúnen, además, tiendas, galerías de arte y mucho más.
Precisamente en el barrio de
Jordaan se halla la Casa de Anna Frank. Se trata de una joven judía cuya
familia fue perseguida durante la Segunda Guerra Mundial, quien decidió
escribir un diario para relatar cómo vivió estos hechos. Fue precisamente en
esa casa donde la familia se escondió, convirtiéndose hoy en todo un ícono de
lo que sufrieron miles de personas durante el Hocolausto. El lugar se puede visitar,
incluyendo la pieza oculta donde se refugiaron.
Resulta fácil perderse en este
verdadero laberinto de canales admirando las curiosas casas de varios pisos que
se construyeron pegadas una a la otra, tan clásicas de las postales de la
ciudad. En la calle Oude Hoogstraat se encuentra la más angosta, con sólo 2,02
metros de ancho, mientras que en Singel 7 está la de la fachada más pequeña,
con poco más de un metro de ancho. ¿Se puede vivir así? Pues claro que sí.
En la calle Singel,
precisamente, se encuentra el Mercado de Flores, cuyos locales literalmente
flotan sobre el agua. Además de flores, en este lugar se venden cientos de
tipos de semillas para plantar, destacando los famosos tulipanes que tanto
caracterizan al país.
A pasos del mercado se alza
Begijnhof, un beaterio que data del siglo XIV con elegantes casas en las que
vivían las beguinas, una hermandad femenina católica laica. Está construido en
torno a un patio interior cuidadosamente mantenido, donde se alza también la
casa más antigua de Ámsterdam o Het Houten Huis, que se halla en el número 34 y
es una de las dos únicas casas de madera de la ciudad, material que se prohibió
en 1521 por el riesgo de incendios. En este lugar también está la Capilla de
Begijnhof, una iglesia que se fundó como clandestina tras la Reforma.
Desde el beaterio se puede
caminar hasta la Plaza Dam, tomando la entretenida y comercial calle
Kalverstraat. En torno a ella se alzan edificios como el Palacio Real, la Nieuwe
Kerk, el famoso museo de cera de Madame Taussauds y, por supuesto, el Monumento
Nacional representado en un obelisco que homenajea a los soldados caídos
durante la Segunda Guerra Mundial.
Una visita a Ámsterdam no puede
finalizar sin antes haber conocido el Barrio Rojo. Éste comenzó a formarse
durante el siglo XVII, hasta que en 1911 se legalizara la prostitución en el
país, incluso pagando impuestos. Caminar por él no es símbolo de querer acceder
a estos servicios, pues es bastante turístico por la curiosidad que genera,
además de reunir una enorme cantidad de sex shops. Allí también se pueden
encontrar algunos de los más famosos coffee shops de la ciudad, aunque en realidad los hay por todos lados. Al igual
que la prostitución, en esta nación de los Países Bajos está legalizado el
consumo de marihuana, por lo que estos locales ofrecen variadas cartas de
marihuana y hachís para fumar en su interior de forma segura.