Angers
Angers, al oeste de Francia y cerca de la desembocadura del río Maine en el valle del Loira, es una ciudad de una belleza imposible, repleta de arquitectura renacentista. Durante la Edad Media fue un gran centro de poder y, en el siglo XII, la capital de Anjou, una provincia histórica gobernada por duques y condes que ejercían un gran poder.
Actualmente nuclea varias universidades, por lo que Angers combina un espíritu joven y animado con antiguas calles empedradas y toda su herencia histórica. Te enamorará el espléndido arte que encargó la rica nobleza, y podrás adentrarte en las casas renacentistas, los barrios antiguos y los majestuosos pero menos frecuentados castillos del bajo valle del Loira.
Cuándo ir
La mejor época para recorrer la ciudad es durante el verano, de junio a septiembre. Las temperaturas son muy agradables y no hay grandes probabilidades de lluvia.
Clima
Los veranos en Angers, de junio a agosto, son cálidos y mayormente despejados con temperaturas promedio de 12 °C de mínima y 22 °C de máxima. El mes más caluroso es julio, cuando la temperatura asciende hasta los 25°C, aproximadamente. Sus inviernos, de diciembre a marzo, no son extremadamente fríos pero sí frescos, rondando los 11°C de máxima. El mes más frío del año es enero, con mínimas de 3°C y máximas de 8°C. Desde fines de septiembre hasta febrero aumentan las precipitaciones, siendo diciembre el mes más lluvioso. Agosto, por su parte, es el más seco.
Gastronomía
La propuesta gastronómica angevina es de lo más amplia, ya que sus alrededores conforman una importante zona productora de vinos, hortalizas y carnes.
Entre sus recetas más frecuentes puedes probar distintos pescados de agua dulce, como la carpa con beurre blanc (una salsa hecha con vinagre de vino, ajo y pimienta) y las carnes de ciervo, liebre o jabalí acompañadas con pieds de mouton (hongos típicos de la región).
Si consumes bebidas alcohólicas, te recomendamos acompañar tus comidas con una copa del vino que más te guste. Puedes elegir un tinto con cuerpo y de aroma afrutado, como el Anjou Villages Brissac, algún rosado como el Cabernet d’Anjou o el Rosé de Loire, o bien, optar por uno blanco como el de Savennières, entre muchos otros.
Si eres amante de lo dulce no dejes de probar el quernon d’ardoise, una especie de turrón cubierto con chocolate de color azul, y el crémet d’Anjou, un postre hecho en base a crema batida, claras a punto nieve y azúcar. Este último puedes encontrarlo acompañado con hojas de menta, jugo de limón o frutillas, entre muchas otras versiones.
La mayoría de los restaurantes se encuentran en las zonas cercanas al río. Durante las últimas horas de la tarde puedes disfrutar de un tapeo al aire libre en los bares y restaurantes que se encuentran cerca de la plaza de Ralliement.
Qué hacer
Angers está dividida por el río Maine. El margen izquierdo corresponde a la parte más antigua de la ciudad, donde se encuentra el Château d’Angers. Esta increíble fortaleza construida en el siglo XIII alberga el famoso Tapiz del Apocalipsis: el conjunto de tapices medievales más grande de todo el mundo, con más de seis metros de ancho y 140 de largo, de los cuales se conservan 104. Además, el castillo cuenta con 17 torres desde las que puedes apreciar una de las mejores vistas de la ciudad, además de un museo, una capilla y una serie de bellísimos jardines de rosas y hortensias en su interior.
Puedes continuar el recorrido arquitectónico visitando la catedral de San Mauricio, de estilo románico-gótico angevino, cuya construcción comenzó en el siglo XI y no fue definitiva hasta el siglo XVI. El edificio cuenta con numerosas manifestaciones artísticas entre las que destacan sus vitrales y su famosa vidriera de San Julián, considerada una de las grandes obras maestras de pintura sobre vidrio de la época. A pocos metros de la catedral se encuentra el Museo de Bellas Artes, un edificio del siglo XV que posee dos exposiciones permanentes: la de la historia de Angers, cuya colección de objetos narra la historia de la ciudad desde el Neolítico hasta la actualidad, y la de Bellas Artes, con obras fechadas a partir del siglo XIV.
En el margen derecho del río se encuentra el barrio de La Doutre, que antiguamente funcionaba como centro mercantil y en el que vivían las clases más bajas. Allí puedes visitar el Museo Jean-Luçat y de la Tapicería Contemporánea, que data del siglo XII y, si bien originalmente fue un hospital, actualmente exhibe una importante colección de arte textil, siendo su obra más icónica Le Chant du Monde, un tapiz confeccionado durante aproximadamente una década. Muy cerca se encuentra la Place de la Paix, donde puedes tomar un descanso mientras aprecias muchas de las magníficas residencias particulares de los siglos XV y XVI, hoy convertidas en hoteles.
Otra buena opción es dar un paseo por alguno de sus tantos parques. Los alrededores del lago Brionneau cuentan con varios espacios verdes, ideales para descansar y disfrutar del aire libre.