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Rumania

Brașov

Brașov
Brașov, ubicada al sureste de la histórica región de Transilvania, en el centro de Rumania, ha sido durante mucho tiempo un centro de actividades comerciales y culturales entre el este y el oeste del país

A unos 166 kilómetros de Bucarest, rodeada por los montes Cárpatos, la ciudad ofrece de todo: muros sajones, la imponente iglesia Negra de estilo gótico, restaurantes increíbles, una plaza impresionante rodeada de edificios barrocos de colores, senderismo por las montañas cercanas y el famoso castillo de Drácula en las cercanías. Como dato interesante, Brașov es la cuna del himno nacional de Rumania.

Esta ciudad, una de las mejores conservadas de Rumania, es un clásico en un viaje por el país.

Cuándo ir

La época más popular para visitar Brașov de junio a agosto. Las temperaturas son cálidas, en torno a los 30°C, y la lluvia es poco frecuente. La temporada baja (finales de abril-mayo y septiembre-octubre) es una excelente opción, ya que no presenta aglomeraciones. Las temperaturas son más suaves, lo que resulta perfecto si deseas hacer senderismo. En primavera llueve más, y en otoño los colores son impresionantes, lo que constituye un magnífico telón de fondo para el viaje. En invierno, gracias a la nieve y el contraste con las montañas y la colorida arquitectura, si bien hace frío, Brașov es encantadora, y es la época perfecta para esquiar.

Clima

Brașov tiene un clima templado continental caracterizado por ser húmedo y frío, con las cuatro estaciones bien marcadas. En el verano, de junio a agosto, las temperaturas oscilan entre los 22 °C y los 27 °C, pudiendo alcanzar los 35 °C con altos niveles de humedad. El invierno, de diciembre a marzo, es frío, con temperaturas que suelen descender bajo cero. La nieve es habitual, aunque no abundante. Durante los meses de primavera y otoño la temperatura oscila entre los 5 °C y los 16 °C.

Gastronomía

La cocina rumana es contundente y sabrosa, y una de las más variadas de la Europa del Este debido a la historia del país. Tiene mucha influencia de la gastronomía húngara, así como de la turca, griega, búlgara, rusa y ucraniana.

Los guisos, las sopas y la carne son parte fundamental, y la polenta y las verduras son acompañamientos clásicos. El sarmale (carne, verduras o arroz envuelto en hojas de parra o repollo), la ciorbă de fasole (sopa agria de porotos secos y verduras), el bulz (bolitas de polenta rellenas y asadas o fritas), los töltött paprika (pimientos rellenos de arroz, carne y vegetales, cocidos en salsa) son algunos platos tradicionales. El vino es la bebida preferida, ya que Rumania es uno de los mayores productores del mundo. 

Las calles adoquinadas del centro, anexas a la arteria principal que lleva a la plaza de Sfatului, tienen muchos sitios donde podrás probar platos típicos como el sarmalute cu mămăliga (hojas de parra o repollo rellenas de carne con polenta de acompañamiento), el jumări (chicharrones de cerdo con pimentón), el főzelék (guiso de verduras) o la ciorbă de văcuţă (sopa de ternera).

También hay puestos y pastelerías donde venden ricas cosas dulces y saladas, entre las que destaca el kürtöskalács (un rollo de masa rebozado de azúcar, almendras, coco o chocolate), el rétes (un strudel relleno con una pasta de fruta azucarada de manzana o cereza) y los clătite, crêpes dulces o salados.

Qué ver

Puedes pasar dos o tres noches en Brașov para disfrutar todo lo que tienes para ofrecer. Lo más destacado es el castillo de Bran, que se dice que es el que inspiró al de Drácula en la versión de Bram Stoker. Puedes recorrer las habitaciones, ver obras de arte y muebles coleccionados por la reina María, y subir a un ascensor de cristal para experimentar la ruta de escape de Drácula.

Luego puedes ir a Rasnov, un pueblo tranquilo con una fortaleza medieval construida por los Caballeros Teutónicos en el siglo XIII. Hoy puedes visitar el museo interior y ver un esqueleto enterrado bajo un suelo de cristal oculto tras los antiguos muros. Las salas interiores son laberínticas, con varias escaleras de madera que las unen y algunos pasadizos secretos.

Si quieres visitar otro castillo, cerca de Brașov se encuentra el de Peles, en Sinaia. Construido en la década de 1870, el edificio está profusamente decorado y es un magnífico recordatorio de las lujosas vidas que disfrutaban los gobernantes. ¿Te gustan los datos curiosos? Fue el primer castillo de Europa en tener electricidad.

En la ciudad misma de Brașov, un paseo por la Piata Sfatului, o plaza del Consejo, es indispensable. Ha sido la plaza central del mercado desde 1364, está rodeada de edificios pintorescos y es un lugar encantador para tomar algo y observar a la gente. La Casa del Consejo, del siglo XV y actual Museo de Historia del Condado de Brașov, se alza en el centro de la plaza, y la Biserica Neagra o iglesia Negra se encuentra justo al lado, siendo la mayor iglesia gótica de Rumania.

La montaña Tampa, que se eleva sobre Brașov, es ideal para una caminata rápida si quieres una vista panorámica de la ciudad. Aunque es bastante fácil y dura menos de una hora, también hay un teleférico que te lleva a la cima.

Pasear por los bastiones de Brașov, que formaban parte de la gran muralla defensiva de la ciudad, de 12 metros de altura, 2 metros de grosor y 3,2 kilómetros de longitud, es una forma de remontarse al pasado de la ciudad. La calle de las cuerdas (Strada Sforii en rumano) es una de las más estrechas de Europa, con sólo 1,2 metros de ancho. Se utilizaba como pasillo para los bomberos de guardia y ahora es un lugar divertido donde puedes hacer fotos.

Otros interesantes son la puerta de Catalina -el único sitio de las puertas medievales que sigue en pie-, la Basílica de San Nicolás -una iglesia ortodoxa rumana que se construyó en 1292-, la ciudadela de Rupea -un yacimientos arqueológicos en el que se encontraron los primeros indicios de asentamientos humanos en el país, datados entre los años 5500 y 3500 a.C.- y el Museo de Historia, con mucha información sobre la ciudad y su pasado.

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