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Chipre

Lárnaca

Lárnaca
Lárnaca, en la costa sur de Chipre, gira en torno a su posición junto al mar. El paseo marítimo con palmeras, que discurre paralelo a la playa de Finikoudes, es el centro neurálgico de la ciudad, donde lugareños y visitantes acuden a tomar un café por la mañana o una cerveza por la noche, a tumbarse en la playa durante el día y a pasear al atardecer.
 
Si bien muchos visitan Lárnaca en busca de sus playas y sitios históricos como el barrio turco, la iglesia de San Lázaro, la fortaleza de Lárnaca y las mezquitas, muchos llegan entre mayo y junio para unirse al Festival de Kataklysmós, durante el cual se festeja la salvación de Noé del diluvio universal. Ciudad de paso para muchos, un viaje por Chipre necesariamente merece incluir a Lárnaca en el itinerario.

Cuándo ir

Los meses de junio a septiembre son ideales para disfrutar de las playas y los días de calor. Si prefieres evitar las multitudes y los precios de la temporada alta, entonces es recomendable visitar Lárnaca durante la primavera (de marzo a mayo) o el otoño (de octubre a noviembre), cuando el clima es además ideal para caminar y visitar los sitios históricos.

Clima

El clima en Lárnaca es típicamente mediterráneo, lo que significa que los veranos son calurosos y secos, con temperaturas que oscilan entre los 27 °C y los 33 °C, mientras que los inviernos son suaves y lluviosos. En estos últimos, de diciembre a febrero, las temperaturas diurnas suelen estar entre los 15 °C y los 20 °C, mientras que las temperaturas nocturnas pueden bajar hasta los 5 °C. La temporada de lluvias, además, es de noviembre a marzo. El resto del año se caracteriza por cielos despejados y sol.

Gastronomía

La gastronomía de Chipre está muy relacionada con la cocina griega y la turca, por lo que comparten muchos platos. Ningún viaje a Lárnaca está completo sin probar souvlaki (brochetas de carne a la parrilla, normalmente de cordero o pollo), una sheftalia (salchicha tradicional chipriota), un kebab (cordero u otras carnes que se sirven en un pan pita con ensalada y salsa de yogur), el ttavas (un estofado de carne) o el kleftiko (cordero cocido en horno de leña durante varias horas).

Los mezze, los famosos aperitivos, son parte fundamental de la cultura gastronómica. En la versión chipriota es común la tarama (paté de huevas de carpa), el hummus, el tzatziki (salsa de yogur griego con pepino), el exquisito halloumi (un queso chipriota que se asa), aceitunas y ensalada griega, todo acompañado de pan pita. Además, puedes probar algunos de los dulces típicos de Chipre, como el baklava, un bocado de masa philo, pistachos y almíbar, y el loukoumades, unos buñuelos de masa frita bañados en miel y canela.

La mayoría de los restaurantes se concentran especialmente en la zona de la playa de Finikoudes, popular para cenar al aire libre mientras se disfruta de la vista del mar, y en la calle Ermou, la principal del centro de la ciudad. All encontrarás una amplia variedad de restaurantes que ofrecen desde comida tradicional chipriota y griega, hasta cocina internacional. También hay opciones en la calle Athinon, cerca del puerto, y en la zona de Mackenzie Beach, donde hay algunos restaurantes con vistas al mar que ofrecen opciones de comida mediterránea y mariscos frescos.

Qué ver

Caminando por el paseo marítimo Finikoudes, bordeado de palmeras, verás constantemente el mar mientras aprecias esculturas y edificios antiguos. Al final del mismo, el fuerte de Lárnaca separa el paseo marítimo del antiguo barrio turco. Construido en el siglo XIV por los venecianos como fortaleza defensiva, adquirió su forma actual hacia 1605 durante la dominación otomana. Al final de la época otomana, los británicos lo convirtieron en prisión; la sala situada a la derecha al entrar era el lugar donde llevaban a cabo las ejecuciones durante su dominio de Chipre. Hoy en día puedes recorrer sus murallas y visitar el Museo Medieval en el piso superior.

Situada al principio del barrio turco de Lárnaca, la Gran Mezquita se encuentra intacta tras la dispersión de la comunidad turca en 1974. Construida originalmente en el siglo XVI como iglesia latina de la Santa Cruz, se convirtió en mezquita durante la época otomana.

Pasear por las calles del antiguo barrio turco de Skala es echar un vistazo al Chipre de antaño: casitas con fachadas descascarilladas, contraventanas de colores y portales repletos de macetas. Las señales de tráfico aún llevan nombres turcos. En la actualidad, el barrio ha revivido gracias a un grupo de talleres de cerámica, pequeños bares y restaurantes que han hecho de Skala su hogar, dando a la zona un toque bohemio.

La iglesia de San Lázaro, en el centro de la ciudad, se construyó en el siglo IX en el lugar donde, según la tradición cristiana, se encontraba la tumba de Lázaro, a quien, se dice, Jesús resucitó de entre los muertos. Construida en el siglo XVII, su fachada es impresionante, y el interior alberga frescos y decoraciones ornamentadas. También se puede visitar la cripta debajo de la iglesia, donde se cree que se encuentra la tumba original de San Lázaro.

Del otro lado del paseo marítimo se encuentra la Marina y, en frente, la plaza Europa, en la que han conservado un buen número de antiguos edificios que hoy se dedican a actividades culturales. El Almacén de Aduanas, la Delegación de Aduanas y la Oficina del Capitán del Puerto en la época de la colonización inglesa, han sido restaurados y acogen una Galería Municipal de Arte, el Museo de Historia de la Ciudad y los Archivos Históricos.

A 30 minutos a pie de la ciudad se encuentra el lago salado de Lárnaca, una zona especialmente importante para aves. Durante el invierno se llena de agua y atrae aves migratorias, incluidos miles de flamencos, que convierten el lago en un mar rosa entre noviembre y marzo. Los otros meses se seca, pero puedes recorrer el sendero natural de 4 kilómetros, además de conocer la mezquita Hala Sultan Tekke y contemplar el atardecer.

Debajo de Lárnaca se encuentran los restos de la antigua ciudad de Kition, un puerto comercial micénico de hace más de 3.000 años, que puedes conocer en el sitio arqueológico, a 30 minutos a pie desde el centro de la ciudad.

También en las afueras de la ciudad se encuentra el acueducto de Kamares, creado por un arquitecto turco en 1746, cuando era gobernador de Chipre, quien, según cuentan, pagó enteramente de su bolsillo el coste de la construcción. El acueducto suministraba agua a toda la ciudad desde un arroyo cercano y estuvo en funcionamiento hasta 1930. Aún se conservan 33 arcos de estilo romano.

Un poco más alejado, a 40 kilómetros, el monasterio ortodoxo griego de Stavrovouni se encuentra en un pico rocoso y es una visita obligada para los amantes de la historia. Data del siglo IV y dicen que fue fundado por Santa Elena, que dejó una reliquia de la Santa Cruz en el monasterio.

Playas

La playa más popular de Larnaka, Makenzy Beach, cuenta con todos los servicios necesarios para pasar un día al sol. La cercana playa de Kastella tiende a ser más tranquila, con el agua azul, tranquila, clara y poco profunda, lo que la convierte en una excelente opción para las familias.

Para los submarinistas, la principal razón para venir a Lárnaca es explorar el Zenobia, un carguero de construcción sueca que se hundió frente a la costa en 1980. Catalogado como uno de los cinco mejores naufragios del mundo, el Zenobia y su cargamento de camiones yacen esparcidos por el fondo marino. Una de las alegrías de bucear allí es la inmensa variedad de peces que se pueden ver, ya que el Zenobia actúa como un arrecife artificial que los atrae junto a otras criaturas marinas, por lo que rebosa de vida. Puedes explorar varias rutas a través de las cubiertas y salas del barco según el nivel de experiencia que tengas.

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