Egilsstaðir
Egilsstaðir, ubicada al este de Islandia, es una de las ciudades mayores de la región de Austurland, aunque tiene apenas 3000 habitantes. Está situado en el amplio valle fértil de una de las principales tierras bajas de la región oriental de la isla, a orillas del lago Lagarfljót, donde confluyen todas las carreteras principales de la región. La ciudad es joven, incluso para los estándares islandeses, pues fue fundada en 1944 como un centro para la zona rural.
Egilsstaðir es el principal centro de servicios, transporte y administración del este de Islandia, un lugar ideal para descansar si te encuentras recorriendo la ruta de circunvalación del país. Cuenta con excelentes conexiones con los remotos y poco transitados Fiordos del Este y con el Parque Nacional de Vatnajökull.
Cuándo ir
La mejor época para visitar Egilsstaðir es el verano, de junio a agosto, cuando la temperatura es más suave. Los días pueden estar frescos, nublados y lluviosos, por lo que es recomendable llevar abrigo incluso en esta época.
Clima
El clima de Egilsstaðir es subpolar oceánico, con inviernos fríos y veranos frescos. El invierno, de diciembre a marzo, es frío, nublado y ventoso, con lluvias que se alternan con nieve. Los inviernos suelen ser más fríos que en otras ciudades de la zona, con una temperatura promedio de -3 °C.
El verano es fresco, con lluvias frecuentes y períodos muy frescos, con temperaturas máximas diurnas que superan a menudo los 15 °C, más altas que en la mayor parte de Islandia, pero las noches son más frías, con mínimas promedio de 5 °C .
Gastronomía
En Egilsstaðir el panorama gastronómico está repleto de sabor local e internacional: podrás degustar productos frescos de granja y cerveza de producción local, con sitios para todos los presupuestos, desde locales simples si estás pasando por la ruta, hasta restaurantes de lujo.
A los costados de la Ruta 1 y en los alrededores del camping hay opciones de pizza, hamburguesas y platos tradicionales en base a pescado fresco y carne, los ingredientes principales de la cocina islandesa. El bacalao y el salmón destacan entre los pescados, y la carne de reno entre las carnes rojas. Se preparan ahumados a la plancha, en sopas como la kjötsúpa (a base de carne y verdura) o el plokkfiskur (un delicioso guiso tradicional en base a pescado, cebollas y papas). El rúgbraud, un pan de centeno tradicional, acompaña muchos de estos platos. Si llevas una dieta vegetariana, los platos con cebada cultivada en la zona pueden ser una buena opción.
Qué ver
Cerca de la ciudad de Egilsstaðir se encuentran dos de las joyas menos conocidas de Islandia: el lago Lagarfjlót y, su mayor bosque, Hallormsstaðaskógur. Lagarfjlót es un lago largo y estrecho, con 25 km de longitud pero solo 2,5 kilómetros en su punto más ancho. Además, tiene fama entre los supersticiosos, pues desde el siglo XIV se ha informado de la existencia del Lagarfljótsormurinn (el gusano Lagarfljót), el monstruo que se cree que vive en las profundidades de sus aguas. El lago es hermoso para recorrerlo en vehículo y ver la espléndida cascada de Hengifoss, hacer un alto en el museo dedicado al escritor Gunnar Gunnarsson, visitar el monasterio de Skriðuklaustur, que data del siglo XV, y Snæfellsstofa, el centro de visitantes de la zona oriental del Parque Nacional de Vatnajökul, un parque nacional glaciar de 14.000 kilómetros cuadrados con senderos naturales y campamentos.
Hallormsstaðaskógur se encuentra al borde del lago. Es el bosque más grande de Islandia, con 740 hectáreas, y está compuesto por más de ochenta especies diferentes de árboles. Te encantará si te gusta caminar o andar en bici, con más de 40 kilómetros de senderos señalizados. También es fantástico si te gusta observar aves, debido a las docenas de especies autóctonas de la zona.
Del otro lado del lago se encuentra el pueblo de Fellabær y, más allá, las aguas termales de Vök Baths, que flotan sobre un lago.
Un poco más lejos de Egilsstaðir, del otro lado, se encuentran los magníficos Fiordos del Este. Es uno de los lugares más remotos del país, y a medida que se serpentea alrededor de las montañas se contemplan las centelleantes bahías que desaparecen la potencia de la naturaleza. Te empaparás de la cultura de los pueblos pesqueros, y te deleitarás con las magníficas vistas y la extensa fauna. En el camino puedes hacer una caminata a Fardagafoss, una cascada al pie del brezal de Fjarðaheiði. Enclavado en los fiordos está el pueblecito de Seyðisfjörður, que es encantador.
Si miras hacia los acantilados verás colonias de focas en las orillas y, entre las olas, tal vez la aleta de una ballena o un delfín. También es el único lugar del país donde se pueden encontrar renos.