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Erfoud

Erfoud
Ubicada al sureste de Marruecos, en el oasis del desierto de Tafilalet, Erfoud fue construido por los franceses en 1917 a orillas del río Ziz para ser utilizado como puesto de avanzada durante la Segunda Guerra Mundial.

Al ser una ciudad moderna, Erfoud no posee una medina, y sus calles anchas discurren en forma rectangular. Sin embargo, su encanto radica en sus construcciones rojizas y rosadas, además de ser un punto de partida maravilloso para explorar los paisajes, el oasis y el desierto de los alrededores. Erfoud también se jacta de haber sido escenario de algunas de las películas de Hollywood más espectaculares, como La Momia y parte de la saga de James Bond, además de ser hogar del Festival del Dátil, una cántera de mármol negro e importantes fósiles.

Cuándo ir

La mejor época para viajar a Erfoud es la primavera, de marzo a mayo, ya que se puede disfrutar del desierto sin sufrir del agobiante calor del verano. Por las noches la temperatura suele descender, por lo que es recomendable llevar abrigo. El otoño también es un buen momento para visitar la ciudad; en el mes de octubre se celebra el Festival del Dátil, una fiesta muy popular e importante en la ciudad que atrae a gran cantidad de gente.

Clima

El clima en Erfoud es muy especial, normalmente ventoso y caluroso, tanto que hasta los meses de invierno son cálidos. Durante enero suele registrarse la temperatura más baja, alcanzando una mínima media de 6 ºC y una máxima media de 15 ºC. En el otro extremo, durante el mes de julio se han registrado temperaturas de hasta 40 ºC. Sin embargo, las estaciones intermedias son cálidas y agradables. Las precipitaciones son escasas (22 milímetros en promedio) incluso en septiembre, cuando alcanzan su punto máximo.

Gastronomía

La comida del sur de Marruecos es sencilla, pero no por eso menos sabrosa. Para sus habitantes comer es un momento especial que siempre se corona con un rico té. Los principales bares y restaurantes se encuentran ubicados en la avenida central Moulay Ismail, que atraviesa la ciudad. Además de comida marroquí, hay opciones de gastronomía francesa y mediterránea.

Uno de los platos típicos del desierto es la madfouna, un pan relleno de verduras, carne y especies que se cocina en un horno de leña o, siguiendo la tradición original, enterrándola en la arena del desierto, haciendo una fogata con ramas de palmera y una base de piedras. Otro plato tradicional es la gamila o cocotte, cuando lo dicen en francés, un estofado con papas, zanahoria, cebolla, carne y especias. Probar este plato te permitirá sumergirte en la cultura marroquí no solo por disfrutar de su simpleza, sino porque se come usando las manos, empujando un trocito de pan para juntar las verduras y la carne.

Como en todo el país, está presente el tajín, un guiso tradicional de origen bereber que lleva el nombre de la olla de barro en la que se cocina, y puede ser de pescado, carne o pollo. El cuscús, por su parte, es un plato tradicional de sémola de trigo que se sirve con verduras y pollo o carne roja. Los platos suelen estar condimentados con una variedad de especias entre las que destaca la tradicional ras al hanut (mezcla de especias), miel, frutas y frutos secos.

Si te gustan los dulces, prueba la chebakia, una masa frita que se enrolla, fríe, baña en miel y agua de azahar, y se espolvorea con sésamo.

Qué ver

Aunque no tiene medina ni monumentos antiguos, Erfoud es conocido por sus tradicionales canteras de mármol negro que la rodean. Fruto de esta actividad se encontraron fósiles de amonites, orthoceras, trilobites y restos de grandes dinosaurios, lo que convierte al lugar en un verdadero paraíso para los amantes de la paleontología. En la ciudad museo existen además numerosas tiendas y pseudos que exponen fósiles muy variados.

En un recorrido por la ciudad puedes contemplar el pintoresco Palacio Real que, aunque no se permite la entrada ni tomar fotografías ya que funciona como sede gubernamental, apreciar su fachada es parte fundamental de conocer Erfoud.

El ksar más grande del sur de Marruecos se llama Maadid y se encuentra en Erfoud. Perderte detrás de las murallas de esta fortaleza que cuenta con 600 años de historia es un viaje en el tiempo que te permite explorar sus portones, paredes y callecitas. Visitar el zoco los sábados y dejarte llevar por el encanto de las tiendas que ofrecen coloridos productos locales, por su parte, te conectará con la vida local.

Puedes tener las vistas más privilegiadas y observar hermosos atardeceres desde las inmediaciones del fuerte Borg Est, hoy gestionado por el ejército marroquí, que se encuentra en una colina en lo alto de la ciudad. Desde allí arriba verás el río, las dunas y el palmeral que envuelve la ciudad. Estas palmeras, además, son otro de los grandes atractivos. Los dátiles que dan son el alimento más popular de la zona, motivo por el que a fines de octubre se celebra el final de la cosecha y la ciudad organiza el Festival del Dátil. Durante tres días Efourd recibe visitantes de todas partes y se transforma en la capital gastronómica del país.

Resultan irresistibles los paseos en camellos o 4x4 para explorar el desierto de Tafilalet, o sumarte a una acampada bajo la noche estrellada del Sahara. Si te gustan los deportes extremos, puedes hacer sandboarding y descender por las dunas del desierto, algunas de las cuales alcanzan los 40 metros de altura. En un recorrido por este desierto también puedes visitar Rissani, un pueblo ubicado en el oasis,a 17 kilómetros de Erfoud. Es la antigua capital de Sijilmassa, una de las paradas de las antiguas caravanas que viajaban a Tombuctú a través del Sahara.

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