Faro
Este
destino aún pasa inadvertido para muchos viajeros que llegan a recorrer la
costa sur de Portugal, pero poco se entiende por qué. Su centro histórico está
rodeado por una muralla medieval que aún se mantiene en pie, en cuyo interior
se guardan impresionantes tesoros.
Los
alrededores, además, son de una riqueza natural impresionante, con playas de
aguas cristalinas que nada deben envidiarles a otras europeas.
Cuándo ir
Definitivamente,
la mejor época para visitar Faro es entre junio y octubre, cuando las
temperaturas permiten disfrutar de buen clima para gozar de las playas de la
ciudad.
Clima
Faro
tiene un clima templado durante todo el año, con veranos no excesivamente
calurosos en los que las temperaturas máximas suelen llegar a los 28°C.
Mientras tanto, en invierno los termómetros no marcan más de 16°C, con pocas
probabilidades de lluvia principalmente entre noviembre y abril.
Gastronomía
Al
ser la capital de la región de Algarve, Faro es el mejor lugar para probar su
gastronomía típica. Entre los platos clásicos y más fáciles de encontrar
figuran la cataplana, que en realidad le da nombre a la olla de cobre en la que
se cocina. Esta sopa está hecha con verduras, pescados, mariscos o carne, ideal
para todos los gustos.
El
bacalao no puede faltar en la mesa portuguesa, pues se dice que en el país
existe una receta de este pescado para cada día del año. En Faro, particularmente,
se prepara el bacalhau à brás, hecho
con bacalao seco, papas, pimientos y aceitunas.
Muy
similar al arroz a la valenciana, en Faro se suele comer mucho arroz caldoso
con mariscos, con una textura similar a la sopa y cocinado a fuego lento.
La
mayor parte de la oferta gastronómica de la ciudad se reúne en torno al centro
histórico, con sitios para probar los sabores típicos de la región y otros en
los que fácilmente se pueden disfrutar preparaciones internacionales. Otra
opción es la famosa y siempre vibrante rua de Santo Antonio.
Qué ver
Faro
es una ciudad muy pequeña y fácil de recorrer en uno o dos días, si se quiere
disfrutar de las hermosas playas que la rodean. Pero primero lo más importante:
su centro histórico, conocido como la Vila Adentro.
El
centro está delimitado por una muralla construida durante el período romano,
que luego se utilizaron para proteger a la ciudad de los ataques ingleses,
estableciendo en algunas partes torres de vigilancia. Su puerta de entrada es el
hermoso Arco da Vila, de estilo medieval. Lo mismo ocurre con el Arco de
Repouso, otro antiguo acceso al casco histórico.
Muy
cerca se alza la Catedral de Faro, construida sobre antigua ruinas romanas, que
luego pasaron a ser una mezquita, para finalmente convertirse en lo que es hoy.
Si bien por fuera no resulta tan llamativa, lo mejor está en su interior, sobre
todo al subir a la torre que ofrece impecables vistas a los alrededores.
Vale
la pena dejarse llevar y caminar por las callecitas empedradas del centro
histórico, con hermosas casas y construcciones de colores pasteles, farolas,
balcones de fierro y flores de colores. En caso de tener tiempo, también es
posible visitar el Museo Municipal, con su espectacular jardín central.
En
las afueras de la muralla se encuentra la Marina de Faro –donde se encuentran
las famosas letras de la ciudad-, junto al hermoso jardín Manuel Bivar. Desde
allí salen los ferris que conducen a las playas e islas cercanas. Además, está
a sólo pasos de la rua Dom Francisco Gomes, que luego se convierte en la rua de
Santo António, una de las calles más animadas de Faro, con exquisitos restaurantes
y entretenidas tiendas donde las cerámicas y los azulejos son los protagonistas.
Un
poco más al norte, la iglesia do Carmo adquiere interés porque en su interior
se encuentra la curiosa Capilla de los Huesos. Así, tal como lo indica su
nombre, desde 1816 en ella descansan los restos óseos de más de mil religiosos
que se exhumaron de un cementerio cercano.
Si
la idea es disfrutar del Atlántico y la Ria Formosa, vale la pena tomar un tour
en ferry desde la marina, que recorre las islas, ríos, canales y playas
desiertas de los alrededores de Faro. Desde allí también salen las
embarcaciones que llevan hasta las diversas playas de la costa.