Fez
Con
una historia que data del año 800 d.C., Fez es una ciudad que ha logrado
mantener su esencia y herencia intacta, honrando tradiciones y costumbres de
una manera que sólo Marruecos ha logrado llevar a cabo.
Sus
medinas pueden parecer algo laberínticas y agobiantes, pero poco a poco es
posible darse cuenta de que en perderse por ellas está el encanto de recorrer
la ciudad, que sutilmente se mezcla con la zona moderna fundada por los
franceses miles de años después, durante el siglo XX.
Cuándo ir
La
mejor época para visitar Fez es entre octubre y diciembre, y de marzo a mayo.
Esta recomendación está basada en el clima de la ciudad, que suele ser
excesivamente caluroso durante el verano y algo frío en invierno.
Clima
Fez
se caracteriza por sus veranos intensos, en los que las temperaturas máximas
pueden superar los 37°C e incluso alcanzar los 40°C. Los inviernos, por su
parte, no son particularmente fríos y durante enero los termómetros marcan 15°C
como máxima, con un período de lluvia que transcurre principalmente entre
noviembre y marzo.
Gastronomía
La
cocina marroquí es bastante transversal en todo el país y Fez no es la
excepción. Así, entre las preparaciones más tradicionales y fáciles de
encontrar en los restaurantes de comida local están el cuscús, granos de sémola
que se preparan con diversos ingredientes, sobre todo verduras. Otro clásico es
la harira, una sopa que contiene
garbanzos, tomate, harina, fideos, cebolla y arroz, todo muy especiado.
De
igual forma, hay que probar la ensalada marroquí, hecha en base a pimientos,
berenjenas, tomates y aceitunas, entre otros ingredientes. Lo mismo con el
tajine, un estofado de carne cocinada a fuego lento.
Entre
las mejores zonas para probar la cocina tradicional de la ciudad de Fez figuran
la medina Fez el-Bali y el entorno de la Puerta Bab Bou Jeloud. También hay
buenas opciones internacionales en la Villa Nouvele.
Qué ver
No
hay discusión en torno a que cualquier visita por Fez debe comenzar en la
medina Fez el-Bali. Las medinas eran antiguas ciudades musulmanas y, en
particular, ésta es la zona más antigua de Fez, desarrollada al interior de sus
murallas a partir del siglo VIII.
Fez
el-Bali es tan pero tan grande, que en su interior hay más de 300 barrios
diferentes, por lo que perderse en su interior podría resultar más fácil de lo
que se piensa. Si la opción es recorrerla por cuenta propia, hay que tener ojo
con los vendedores y guías callejeros que ofrecen sus servicios.
Sea
como sea, a la medina Fez el-Bali hay que ingresar por la espectacular puerta
de Bab Bou Jeloud, conocida también como la Puerta Azul. Desde allí emanan las
principales avenidas de la zona, Talaa Kebira y Talaa Seguira, ambas llenas de
zocos o mercados en los que es posible encontrar absolutamente de todo: comida,
especias, textiles, maquillaje, electrodomésticos, artesanías, recuerdos,
etcétera.
Si
bien se podría pasar días completos recorriendo las pintorescas callecitas de
esta medina, los atractivos principales son claros. Uno es la plaza Seffarine,
donde desarrollan su trabajo los artesanos caldederos; junto a ella se
encuentra la curtiduría Chouwara, un espacio en el que cientos de artesanos
elaboran cueros para teñirlos con tintas naturales, un espectáculo que se puede
contemplar desde las terrazas aledañas. En la medina destacan también las
escuelas coránicas Medersa Bou Inania y Medersa Attarine, definitivamente la
más linda de Fez. Y, antes de dejar la medina, hay que pasar por el mausoleo de
Mulay Idrís, quien fuera el rey de Marruecos la primera mitad del siglo IX.
Vecina
a Fez el-Bali es la medina Fez el-Jdid, fundada como la Ciudad Blanca a fines
del siglo XIII, donde se concentraba el poder real. Vale la pena caminar por el
boulevard Bou Ksissat, con sus hermosas construcciones llenas de balcones.
También se puede visitar por fuera el Palacio Real, para luego continuar con
una visita al barrio judío, cuya calle principal es la rue Mellah.
Fez
también tiene una cara algo más moderna, que se puede contemplar en la Ville
Nouvelle. Conocida también como la Ciudad Nueva de Fez, ésta fue desarrollada
durante el siglo XX a manos del proteccionismo francés. Hay que recorrer la
Avenida Hassan II hasta llegar el Boulevard Mohammed V, una zona llena de
restaurantes, bares y cafeterías algo más contemporáneas.