En Katmandú la espiritualidad se siente como en ninguna otra ciudad del mundo. El budismo y el hinduismo tienen tal importancia, que la capital de Nepal cuenta hoy con innumerables templos, pagodas, estupas y palacios dedicados a diferentes deidades, cada cual más espectacular que las otras.

Ver a la diosa viviente Kumari, pasear por los templos y admirar las diferentes muestras de fe, es adentrarse en un espacio cultural donde las tradiciones y la historia milenaria han tenido que compartir espacio con la modernidad, creando una ciudad simplemente encantadora.

La mejor época para viajar a Katmandú es durante la primavera y el otoño, pues las temperaturas son agradables -ni muy frías ni extremadamente calurosas- y se evita la temporada de monzones. 

El clima en Katmandú se caracteriza por ser templado a lo largo de todo el año. Mientras en invierno las máximas pueden alcanzar los 18°C, en verano los termómetros llegan a marcar los 32°C. Es en esta última época cuando se da la mayor cantidad de precipitaciones.

Por temas religiosos, la mayoría de los nepalíes son vegetarianos, por lo que no es tan habitual encontrar platos que lleven carnes, aunque en algunos lugares se puede encontrar pollo, búfala y cabra. En ese sentido, una de las preparaciones más típicas de la gastronomía de Katmandú y Nepal en general es el daal bhaat, una sopa hecha en base a lentejas, arroz y verduras, sazonada con curry. Por otro lado, es muy fácil encontrar puestos callejeros donde venden momos, masitas de harina rellenas con búfala, pollo o verduras. Finalmente, otro clásico son los chow mein, un plato de noodles de arroz con verduras. Ojo, no olvides que todo siempre es muy sazonado y picante.

Katmandú, sin embargo, tiene la gracia de contar con restaurantes internacionales, por lo que además de la comida local es fácil encontrar opciones italianas, chinas, indias, americanas y mucho más. En el barrio de Thamel, la zona más turística, es fácil encontrar todo tipo de restaurantes a muy buenos precios, además de animados bares durante la noche. 

Una buena forma de comenzar a conocer Katmandú es hacerlo en la plaza Durbar. Es el corazón del centro histórico de la ciudad, declarado además Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y en sus alrededores se congregan muchísimos templos y palacios. Uno de ellos es el Hanuman Dhoka, antigua residencia de la familia real, además del palacio de Kumari Ghar, donde vive Kumari, una niña de la casta shakia considerada la encarnación de la diosa hindú Durga. En la plaza también se halla el Palacio de las 55 Ventanas, la Puerta Dorada, la Puerta del León, el santuario de Khal Bhairab y el Templo de Jagannath, entre muchos otros sitios de interés.

Ubicada en una colina que domina la ciudad, se encuentra la Stupa de Swayambhunath, conocida también como el templo de los monos, pues en algunas partes del lugar deambulan monos libremente. Este lugar es el templo budista más antiguo de Nepal y, por ende, un centro de peregrinación considerado como parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.