La Habana
Pasear por La Habana no es sólo un viaje en el tiempo gracias a las construcciones y también al desfile de increíbles autos clásicos. Es, también, un viaje a Europa y Norteamérica, con edificios que recuerdan a Washington, paseos que evocan a La Rambla de Barcelona e iglesias que podrían esconderse en cualquier punto de España.
Con toda esta mezcla ecléctica, la capital cubana nunca deja de deslumbrar. La salsa, el ron, la gente feliz y la historia son los componentes justos y necesarios para hacer de cualquier estadía en La Habana un sueño hecho realidad.
Cuándo ir
La mejor época para viajar a La Habana es entre noviembre y abril, para evitar las lluvias, las altas temperaturas, los huracanes y la temporada alta turística.
Clima
La Habana tiene un clima tropical, con una estación seca que transcurre entre noviembre y abril, y temperaturas que pueden alcanzar los 26°. Por su parte, la época lluviosa es también la más calurosa, pues de mayo a octubre las temperaturas máximas alcanzan los 31°C. Además, hay que considerar que los huracanes suelen alcanzar la isla en septiembre y octubre.
Gastronomía
La gastronomía en La Habana está fuertemente marcada por los sabores africanos y españoles, heredados de la época colonial. Pero hay dos platos insignes que no hay que dejar de probar: uno es la ropa vieja, hecho con carne de res o cerdo mechada y guisada con cebolla y pimiento, y el otro es moros y cristianos, que básicamente consiste en arroz con frijoles negros, cuya gracia recae en los condimentos. El lechón es otra preparación tradicional, sobre todo preparado asado.
Actualmente, en la capital cubana existen dos tipos de sitios para comer: los restaurantes y los paladares. Su diferencia radica nada más en que los primeros son de propiedad estatal, mientras que los segundos han sido instalado por privados. La mayoría de ellos se concentra en La Habana Vieja, en las cercanías del Malecón, en las pequeñas callecitas del centro histórico y en torno al Paseo de Martí.
Qué ver
Con sus hermosos edificios heredados de los diferentes colonos que llegaron a Cuba, La Habana Vieja concentra lo más hermoso que se puede ver en la ciudad, motivo que llevó a la UNESCO a declararla Patrimonio de la Humanidad. Por sus calles se pasean los clásicos autos antiguos tan emblemáticos de la capital cubana, que se han convertido en verdaderas piezas de museo andantes, manteniéndose en perfecto estado desde los años 50.
En una de las calles principales de La Habana Vieja, el Paseo José Martí concentra 200 años de historia cubana. Allí destaca el edificio del Capitolio Nacional, que se construyó inicialmente para albergar al Congreso, pero tras la revolución se convirtió en la sede de la Academia Cubana de las Ciencias y de la Biblioteca Nacional de Ciencia y Tecnología. Unos pasos más allá se ubica el Gran Teatro de La Habana, una verdadera joya arquitectónica llena de impresionantes detalles.
Al final del Paseo José Martí está el Túnel de La Habana, que conduce al Castillo de los Tres Santos Reyes del Morro, construido entre el siglo XVI y XVII para proteger a la ciudad de piratas y posibles invasores. Además de contener buena parte de la historia cubana, el castillo ofrece impresionantes vistas a la ciudad, sobre todo desde las alturas del faro.
Otro de los recorridos que hay que hacer en la capital es una caminata por el Malecón habanero, un
hermoso paseo costero de 8 kilómetros de largo que se ha convertido en
el mejor lugar de La Habana para ver la puesta de sol. En él se localiza la Plaza de Armas y, a su costado, el Castillo de la Real Fuerza, la fortaleza más antigua de América que aún se mantiene en pie. Muy cerca está también la Catedral, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1982.
Fuera de La Habana Vieja se ubica la Plaza de la Revolución y en sus alrededores se alzan las oficinas gubernamentales. La más destacada es el Ministerio del Interior, en cuyo edificio se alza el enorme mural del Che Guevara, una de las postales más tradicionales de Cuba.
