Marchigue
Marchihue, en la Región de O'Higgins, forma parte de la Ruta del Vino del valle de Colchagua. A dos horas y media de Santiago, Marchihue es todo lo que se viene a tu mente cuando escuchas la palabra campo: un lugar donde no existe la prisa, con gente apacible y espontánea que siempre tiene tiempo para conversar. Recorrer el pueblo es echar un vistazo al pasado, donde la mayoría de las casas conservan su diseño colonial, con gruesas paredes de adobe.
Ancestralmente habitado por los chiquillanes, la herencia campesina encuentra su origen en los primeros años de la colonia. Tranquilo y apacible, más del 70% de su población reside en sectores rurales, lo que explica por qué, en pleno siglo XXI, muchas de sus tradiciones se mantienen vivas. Todo esto hace de Marchihue, también llamado “el pueblo de los molinos”, un destino ideal para adentrarse en la vida más tradicional de la región, alejarse del ajetreo urbano y la vida cosmopolita para, por un rato, volver a conectar con lo auténtico de campo.
Cuándo ir
Debido a que las lluvias se concentran en el invierno, lo ideal es visitar Marchigue de septiembre a abril, cuando las temperaturas son agradables y las lluvias escasas. Los meses de verano son, de estos, los más secos, con máximas que rondan los 25 °C.
Clima
En Marchihue, con clima mediterráneo, los veranos son calurosos y secos, con una temperatura promedio de 23C°, y los inviernos son suaves y lluviosos, con una media de 14 C°.
Qué ver
Visitar Marchihue es empaparse de las costumbres más típicas del campo. En las afueras del pueblo está la Lechería Los Maitenes, una granja donde podrás pasar a tomar un café y comprar sus deliciosas calugas, el típico dulce. Si vas con niños, seguramente la visita a los animales les encantará.
Para conocer el proceso de fabricación artesanal de la chicha y el aguardiente visita el pueblito de Marchant, donde los cultores te mostrarán todo el proceso.
El estuche tradicional donde se envaina la parranonia, cuchillo indispensable para todas las faenas agrícolas, se fabrica en Marchihue, al igual que las monturas y aperos, que son un ícono de la zona. La visita a un taller de talabartería te permitirá conocer este oficio que pasa de generación en generación, cómo se elaboran y, si quieres, pedir que te hagan una a tu medida. Aquí también podrás ver crear botas, monturas, cinturones y polainas para los huasos.
La arcilla de Marchihue es especial y los alfareros de esta comuna lo saben. En el centro del pueblo hay tiendas donde sus fabricantes exponen y comercializan su trabajo. Es un excelente plan tanto para conocer como para llevarte un recuerdo de la zona.
El cuanto a lo divino, una tradición religiosa que consiste en memorizar e interpretar pasajes bíblicos en forma de décimas acompañado de un guitarrón, se encuentra en este lugar a decenas de exponentes.
Otro sello de la comuna son sus molinos de viento, lo que le dio el apodo de “pueblo de los molinos”. Durante décadas fueron el principal medio para extraer el agua con la que regaban los campos, por lo que cada casa tenía al menos uno. Si bien su uso fue decayendo paulatinamente con el correr de los años, un grupo de vecinos, consciente de su valor histórico y patrimonial, decidió implementar un plan para recuperarlos.
Por último, pero de lo más emblemático en una visita a Marchihue, el vino de esta zona es ampliamente reconocido por su excelencia. Viñas como Concha y Toro, Polkura y Calcu ofrecen visitas guiadas a sus instalaciones. Recorrer sus cultivos, conocer el proceso de producción y terminar con una degustación en el atardecer, es una experiencia que debes regalarte.