Merzouga
Merzouga es una pequeña ciudad del este de Marruecos situada al borde del desierto del Sáhara, cerca de la frontera con Argelia, famosa por ser la puerta de entrada a las inmensas dunas de Erg Chebbi, que cambian de color con la luz del amanecer y el atardecer. Las caravanas de camellos crean siluetas románticas y los pueblos bereberes actúan como remotos oasis en un entorno que ha permanecido inalterado durante millas de años. Merzouga, además, cuenta con el mayor cuerpo natural de agua en Marruecos.
Si bien se trata de un lugar pequeño, está muy preparado para recibir al turismo. Empapado por la hospitalidad característica de su gente, cuenta con hoteles, algunos restaurantes y, sobre todo, muchas y variadas actividades para que descubras el desierto.
Cuándo ir
La mejor época para viajar a Merzouga es de octubre a febrero, cuando las temperaturas diurnas son agradables y las probabilidades de tormentas de arena escasas. Lleva muchas capas de ropa y abrigo, ya que la amplitud térmica es pronunciada y las temperaturas descienden intensamente al anochecer. Ten en cuenta que, si vas en invierno, por las noches hará mucho más frío.
Clima
Merzouga posee un clima desértico cálido, con un verano y un invierno bien definido, y precipitaciones casi inexistentes durante todo el año. En el verano marroquí (de junio a septiembre), Merzouga y el desierto del Sahara occidental pueden ser brutalmente calurosos, con una media de 45ºC en las horas centrales del día. Marzo y abril suelen estar plagados de tormentas de arena provocadas por el viento siroco estacional. En enero, por su parte, la temperatura máxima media es de 17°C.
Gastronomía
Además de la cocina típica de todo Marruecos -como el tajine, un estofado de legumbres, carne y especias, o el cous coús, a base de sémola de trigo, con verduras y algún tipo de carne-, en Merzouga un plato tradicional es la gamila, un estofado de papas, zanahoria y cebolla acompañado con pan y carne, que siempre se deja para el final. En todas las comidas está presente el pan y el té, normalmente acompañado por hojas de menta.
Sobre la ruta central que atraviesa el pueblo encontrarás algunos lugares para comer, y en el lugar donde te hospedes tendrás muy buena comida.
Qué ver
La vida en Merzouga gira en torno al cercano desierto del Sahara, específicamente en el borde de Erg Chebbi, un conjunto de dunas de arena de 50 kilómetros de largo y 5 de ancho que alcanzan hasta 350 metros de alto, desde donde se descubre un paisaje salvaje y deslumbrante cuya forma cambia con el viento.
La manera más típica de adentrarte es a lomos de un camello, pasando una noche en un campamento del desierto o en un pueblo bereber tradicional.
Si eliges pasar la noche en una jaima (carpa) en el desierto, disfrutarás de fogones, música de tambores y una cena típica marroquí, además de las estrellas y el cielo en todo su esplendor. Si paras en un pueblo bereber, podrás tomar un té y conversar tranquilamente con la gente para conocer mejor la vida del desierto, degustar la comida, y conocer la música y la cultura bereber. Incluso, puedes optar por vivir ambas experiencias.
Si te gusta la adrenalina, hay excursiones en buggys, cuatriciclos y 4x4, que pueden durar unas horas o varios días. También puedes practicar sandboard, sandski o kitesurf en las imponentes dunas de Erg Chebbi, e incluso, si te animas, puedes volar en parapente sobre las dunas u organizar paseos en globo aerostático para contemplar el esplendor del Sahara a vista de pájaro.
Las excursiones en 4X4 también parten de Merzouga para descubrir los grabados rupestres prehistóricos de Taouz y las minas M'ifis de cuarzo, khôl, barita y cobre situados a 11 kilómetros del pueblo.
Independientemente de cómo decidas explorar el lugar, no pierdas de vista la fascinante fauna adaptada al desierto y sus alrededores. Las dunas albergan reptiles inusuale, como el eslizón bereber y el lagarto de flecos, aves autóctonas como la ganga y la avutarda, y pequeños mamíferos de grandes orejas como el jerboa y el zorro fénec que salen a cazar al amparo de la oscuridad. Merzouga, además, es un buen destino para los observadores de aves. El lago cercano de agua salada Dayet Sriji es un oasis para flamencos rosas, garcetas, cigüeñas y patos, y una gran biodiversidad de aves migratorias por las que el lugar es también muy conocido, como avutardas y chotacabras, entre otras.