Praga
Desde la plaza de la Ciudad Vieja hasta el Puente de Carlos, pasando por el Reloj Astronómico y el Castillo de Praga, no hay ruta por Europa del Este que se resista a una visita a una de las ciudades más hermosas del mundo.
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Clima
Gastronomía
En la cocina praguense hay varios ingredientes que suelen repetirse, como la carne, el pollo y el cerdo, además de las papas. Entre sus platos típicos más destacados están el kulajda, una sopa cremosa con puré de papas y hongos, el knedlíky, bolitas hechas de papa, y las bramborák, tortillas con papa, huevo, harina y cebolla.
Hay muchos restaurantes en la zona tradicional de Praga, como dentro del casco antiguo, en el barrio del Castillo y en el barrio Pequeño. Lo mismo ocurre en la Ciudad Nueva y en la lujosa zona de Vinohrady.
Qué ver
Llegando al barrio de Malá Strana o la Ciudad Pequeña, es imposible no deslumbrarse con sus invaluables construcciones históricas. Fundada en 1257 a los pies del Castillo de Praga, esta zona guarda plazas, iglesias y jardines que vale la pena conocer. Inmediato a este barrio está Hradcany, una zona con edificaciones que datan del siglo XIV. Allí se encuentra el espectacular Castillo de Praga, cuya construcción marcó el principio de la historia de la ciudad. Considerado como el más grande del mundo, en su interior se mantienen vivos algunas piezas claves de los orígenes de Praga, como la Catedral de San Vito, los artesanos del Callejón de Oro, el Antiguo Palacio Real, la Basílica y Convento de San Jorge y las torres Daliborka, Negra y Blanca. Junto a la Ciudad Vieja se desarrolló desde 1348 Nové Mesto o la Ciudad Nueva. Si bien guarda antiguas construcciones, este barrio marcó la historia del país durante el siglo XX, cuando se edificaron muchos de sus atractivos. Entre ellos destacan la Plaza de Wenceslao, el Museo Colonial, la Ópera Estatal y el Museo del Comunismo.