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República Checa

Praga

Praga
Europa guarda cientos de castillos medievales, pero en Praga se encuentra el más grande de todo el mundo. Y es que así son los atractivos de la capital checa: colosales en todo sentido.

 

Desde la plaza de la Ciudad Vieja hasta el Puente de Carlos, pasando por el Reloj Astronómico y el Castillo de Praga, no hay ruta por Europa del Este que se resista a una visita a una de las ciudades más hermosas del mundo.


Cuándo ir

La mejor época para visitar Praga es durante primavera y otoño, especialmente en los meses de abril, mayo, septiembre y octubre, cuando la temperatura comienza a ascender. Si bien el verano es la temporada con el mejor clima, no es conveniente para viajar a la ciudad, pues hay muchos turistas y los precios suelen subir.

Clima

Praga tiene un clima de tipo continental, con inviernos muy fríos cuyas temperaturas suelen bordear los 2°C y las nevadas son frecuentes. En cambio, los veranos son muy calurosos y los termómetros pueden llegar a marcar 25°C. Las precipitaciones se concentran en esta última temporada, aunque son bastante escasas.


Gastronomía

En la cocina praguense hay varios ingredientes que suelen repetirse, como la carne, el pollo y el cerdo, además de las papas. Entre sus platos típicos más destacados están el kulajda, una sopa cremosa con puré de papas y hongos, el knedlíky, bolitas hechas de papa, y las bramborák, tortillas con papa, huevo, harina y cebolla.

 

Hay muchos restaurantes en la zona tradicional de Praga, como dentro del casco antiguo, en el barrio del Castillo y en el barrio Pequeño. Lo mismo ocurre en la Ciudad Nueva y en la lujosa zona de Vinohrady.


Qué ver

Lo mejor para iniciar un recorrido por Praga es partir por la Ciudad Vieja o Staré Mestro. En su corazón se encuentra la plaza principal, una enorme explanada rodeada de edificios deslumbrantes como las iglesias de Nuestra Señora de Týn y de San Nicolás, y el Ayuntamiento. En este último se puede observar el célebre Reloj Astronómico de Praga, considerado como el reloj medieval más famoso del mundo.Caminando hacia el río Moldavia se llega al Puente de Carlos, un antiguo camino de 500 metros de largo creado para el paso de los carruajes, que hoy conecta la Ciudad Vieja con la Ciudad Pequeña. A lo largo de éste se alzan diferentes estatuas y es precisamente en la de San Juan Nepomuceno donde, según la leyenda, si se pide un deseo poniendo la mano izquierda en su base, éste será concedido.

Llegando al barrio de Malá Strana o la Ciudad Pequeña, es imposible no deslumbrarse con sus invaluables construcciones históricas. Fundada en 1257 a los pies del Castillo de Praga, esta zona guarda plazas, iglesias y jardines que vale la pena conocer. Inmediato a este barrio está Hradcany, una zona con edificaciones que datan del siglo XIV. Allí se encuentra el espectacular Castillo de Praga, cuya construcción marcó el principio de la historia de la ciudad. Considerado como el más grande del mundo, en su interior se mantienen vivos algunas piezas claves de los orígenes de Praga, como la Catedral de San Vito, los artesanos del Callejón de Oro, el Antiguo Palacio Real, la Basílica y Convento de San Jorge y las torres Daliborka, Negra y Blanca. Junto a la Ciudad Vieja se desarrolló desde 1348 Nové Mesto o la Ciudad Nueva. Si bien guarda antiguas construcciones, este barrio marcó la historia del país durante el siglo XX, cuando se edificaron muchos de sus atractivos. Entre ellos destacan la Plaza de Wenceslao, el Museo Colonial, la Ópera Estatal y el Museo del Comunismo.



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