Puebla
Puebla, en el centro de México, ostenta un centro histórico reconocido por la UNESCO, el orgullo y la tradición de la talavera y una larga historia culinaria que puede explorarse en cualquier restaurante o puesto de comida.
Dicen que la capital poblana fue construida con la ayuda de seres celestiales, de ahí su famoso nombre de Puebla de los Ángeles. Fuera de cualquier mito, lo cierto es que Puebla es uno de esos lugares que no te cansas de recorrer y que puedes visitar una y otra vez, y comprobar por qué la ciudad es considerada Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Cuándo ir
La mejor época para visitar Puebla es entre los meses de noviembre y abril. Durante este periodo el clima es agradable, con temperaturas moderadas y pocas lluvias. Además, coincide con la época de los festivales y celebraciones de la ciudad, como la feria de Puebla, la festividad del Día de los Muertos y la Navidad, lo que significa que hay muchas actividades culturales y eventos para disfrutar.
De mayo a octubre Puebla puede ser más calurosa y húmeda. Sin embargo, si no te importa el calor, puedes visitar la ciudad en cualquier época del año. Lo importante es que te asegures de llevar ropa cómoda y protector solar si visitas Puebla durante los meses más cálidos.
Clima
El clima de Puebla es subtropical, con una estación seca de noviembre a abril, y una lluviosa de mayo a octubre. Los meses más cálidos son de mayo a septiembre, cuando las temperaturas pueden superar los 30 °C; durante esta temporada también hay más lluvias. De octubre a abril es la época más fresca y seca del año. Aunque durante el día la máxima media es de 25 °C, puede hacer frío por las noches, especialmente en diciembre y enero, cuando la temperatura baja hasta los 5 °C. En estos meses prácticamente no llueve.
Gastronomía
Puebla es uno de los grandes destinos gastronómicos de México, formado por una combinación única de influencias indígenas, españolas y árabes. Las monjas desempeñaron un papel importante en el desarrollo de varios de los platos más emblemáticos de la ciudad durante la época colonial, como los chiles en nogada y el mole poblano. Éste es el plato más famoso de Puebla, y consiste en una salsa de varios chiles, chocolate, especias y otros ingredientes tostados y molidos, que usualmente se sirve sobre alguna carne para preparar enchiladas o para rellenar tamales. El chile en nogada, por su parte, son chiles rellenos de carne, frutas y especias, cubiertos con una salsa de nuez y granada.
La cemita (a veces llamada la hamburguesa pueblana; lleva milanesa u otra carne, queso deshilachado, palta y cebolla), los tacos árabes (muy similar a un shawarma, aunque estos se hacen de carne de cerdo y se sirven en tortillas con cebolla y cilantro) y las chalupas (antojito mexicano que se hace con tortillas de maíz fritas, carne, porotos, queso y salsa) son también muy típicos.
El centro histórico es una de las mejores zonas para encontrar restaurantes, muchos de los cuales tienen una hermosa arquitectura colonial. El barrio de Los Sapos destaca por tener opciones de comida gourmet. Angelópolis es la zona más moderna y comercial de Puebla, pero también es el hogar de algunos de los restaurantes más exclusivos de la ciudad. Las mejores cemitas las comerás en el mercado Melchor Ocampo. Para comer rico con vistas impresionantes de la ciudad y los volcanes cercanos, el cercano pueblo de Cholula es el lugar.
Qué hacer
Puebla tiene sus principales atractivos reunidos en una pequeña zona que fácilmente se recorre a pie. El punto de partida perfecto es el Zócalo, la plaza central de la ciudad. Antiguo mercado y escenario de corridas de toros, teatro y ahorcamientos por igual, ahora es punto de reunión de locales y vendedores de comida.
La impresionante catedral de Puebla ocupa toda la manzana sur del Zócalo. Su arquitectura es una mezcla de estilos herreresco-renacentista y barroco temprano. La construcción comenzó en 1550, pero la mayor parte tuvo lugar bajo el obispo Juan de Palafox en la década de 1640. El deslumbrante interior, los frescos y las elaboradas capillas laterales son impresionantes.
A la vuelta se encuentra la Biblioteca Palafoxiana, la biblioteca pública más antigua de América, cuya colección original fue donada por el obispo Juan de Palafox en 1646 con la condición de que los libros estuvieran a disposición del público. Con más de 45.000 obras, la biblioteca cuenta no sólo con la colección original de libros, sino también con las estanterías originales que datan de la década de 1770.
A sólo tres manzanas del Zócalo, la capilla del Rosario, en el interior del templo de Santo Domingo, es un deslumbrante ejemplo del estilo barroco novohispano. Llamada en su día la Octava Maravilla del Mundo, está adornada con un despliegue de hojas de oro de 24 quilates, así como estucos y trabajos en ónice.
Distribuido en dos edificios coloniales de los siglos XVI y XVII, el magnífico Museo Amparo alberga colecciones de arte mexicano precolombino, virreinal, del siglo XIX y contemporáneo. Encontrarás cuencos, estelas, figuras y otros objetos elaborados por distintas civilizaciones de Mesoamérica, como las culturas Azteca, Maya y Teotihuacana. No dejes de subir a la cafetería y a la terraza de la azotea, desde donde podrás contemplar una preciosa vista de Puebla.
Por su parte, la llamativa arquitectura del Museo Internacional del Barroco es definitivamente moderna, pero el exterior oculta lo que hay en su interior. A lo largo de siete salas, verás una impresionante colección de pinturas, esculturas, instalaciones y exposiciones interactivas que exploran el periodo barroco que abarcó desde principios del siglo XVII hasta finales del XVIII en México y en el extranjero.
A Puebla no le dicen la "Ciudad de los Azulejos" por nada. La talavera poblana es un tipo de cerámica pintada a mano y esmaltada con estaño que fue introducida en el siglo XVI por colonizadores procedentes de Talavera de la Reina, España. La producción de talavera alcanzó un gran desarrollo gracias a la disponibilidad de barro y a la gran demanda de azulejos para revestir las iglesias y conventos. Hoy en día, la ciudad es uno de los pocos lugares del mundo donde se produce, y ver trabajar a algunos de los maestros artesanos es una experiencia única. Después, por supuesto, tendrás la oportunidad de comprar algunas hermosas cerámicas para llevarte a casa.
Para una combinación de este arte y la gastronomía local, ve al convento de Santa Rosa, donde se cuenta que se preparó por primera vez el mole poblano. Aunque el edificio del siglo XVII alberga ahora el Museo Poblano de Arte Popular, todavía se puede entrar en la cocina, decorada con casi 18.000 azulejos de talavera.
Para llevarte un recuerdo de tu viaje por Puebla, los mercados siempre son una excelente opción. En el centro histórico, el mercado de El Parián, también conocido como antigua plaza de San Roque, es el más grande de la ciudad. También puedes visitar el callejón de los Sapos, cuyo nombre se debe a que, en los tiempos de la Colonia, el río San Francisco se desbordaba con las lluvias y anegaba parte de este lugar, atrayendo a una gran cantidad de ranas, sapos y renacuajos. En la actualidad no encontrarás sapos, sino hermosas artesanías y antigüedades.
Si quieres recorrer los alrededores, puedes ir a alguno de sus nueve pueblos mágicos: Atlixco, Chignahuapan, Cholula, Cuetzalan, Huauchinango, Tlatlauquitepec, Pahuatlán, Xicotepec, Zacatlán de las Manzanas, cada uno con su propia belleza. En Cholula, por ejemplo, se encuentra una de las pirámides más grandes del mundo. La zona arqueológica también es un referente visual de la colonización española, pues en la cima de la pirámide aún yace una iglesia colonial que en días claros ofrece como telón de fondo una impresionante vista del Popocatépetl.