Rennes
Rennes, situada al noroeste del país, en la confluencia del río Vilaine a 50 kilómetros del canal del Mancha, cobra vida gracias a los miles de estudiantes que llegan a ella cada año.
La ciudad cuenta con un amplio y próspero panorama gastronómico, con variedad de restaurantes y puestos callejeros donde probar cervezas artesanales y la infaltable sidra bretona, entre otras exquisiteces locales.
La infinidad de plazas, parques, mercados, música y mucha vida cultural hacen de Rennes una ciudad para incluir en un itinerario diferente por Francia. Esta antiquísima ciudad de 2.000 años de historia es a la vez vibrante, y te invita a perderte en sus callejuelas descubriendo cafés y bares escondidos en sus famosas casas con entramado de madera.
Cuándo ir
La mejor época para viajar a Rennes es de mayo a octubre. De julio a septiembre son los meses más cálidos y la temporada alta va de junio a agosto, por lo que la afluencia de gente es mucho mayor que en meses como mayo o septiembre, en los que podrás disfrutar del buen clima y mayor tranquilidad en la ciudad.
Clima
Rennes posee un clima oceánico templado, por lo que sus veranos son cálidos y los inviernos fríos. La temperatura promedio ronda los 18 °C con precipitaciones moderadas, siendo de octubre a enero los meses con mayor cantidad de lluvias. En el verano, de junio a agosto, las temperaturas son agradables, con máximas medias de 25 °C y lluvias dispersas. En el invierno, de diciembre a febrero, el cielo suele estar nublado, llueve con frecuencia, hay humedad y períodos ventosos. La temperatura mínima ronda los 6 ºC.
Gastronomía
El arte de vivir al estilo renés pasa por disfrutar del sol en la acera de un bar en algún momento del día. Con más de 100 bares, en Rennes no faltan lugares donde descansar de la caminata turística. El centro de la ciudad y el barrio de Saint-Michel están plagados de sillas y mesas en las que relajarse un rato al aire libre y disfrutar de su gastronomía.
Con restaurantes con estrellas Michelin, Rennes es la capital gastronómica de una región golosa, donde para elaborar sus platos y menús los chefs no tienen que ir muy lejos: se abastecen directamente en los mercados locales con aves, frutas, verduras y especias de pequeños productores de la zona. Si eres amante de los pescados, mariscos, ostras y crustáceos, en esta ciudad podrás darte un festín.
Por otra parte, aquí no puedes perderte el plato bretón por excelencia: galettes y crêpes. Se trata de una masa fina (de trigo sarraceno las primeras) que se presenta con diferentes rellenos. A diferencias de las crêpes, las galettes solo se sirven con rellenos salados. La más tradicional es la galette complete, que lleva queso, jamón y huevo. Otra especialidad tradicional es la tarta de mantequilla kouign amann, una crujiente masa de hojaldre con un interior suave y dulce.
Sin duda tendrás que probar la galette-saucisse (salchicha enrollada en galleta fría), acompañada por un vaso de sidra, la especialidad de la zona, ya que allí se cosecha un sinfín de variedades de manzana. Puedes también degustar cervezas artesanales realizadas localmente en pequeñas fábricas de la ciudad. El mercado de Lices tal vez sea el mejor lugar para probar todo esto.
Qué hacer
En Rennes no te faltarán planes. La ciudad cuenta con festivales musicales casi todas las semanas y un festival destacado por mes (Rock and Solex en mayo, Big Love en junio, I’m From Rennes en septiembre y el festival Maintenant en octubre, por ejemplo).
Encontrarás un mundo cargado de historia por descubrir y naturaleza para disfrutar. El eje principal del centro histórico es la plaza San Miguel y la calle del mismo nombre, conocida popularmente como la calle de la Sed, y situada cerca de la gran Places de Lices, un mercado donde encontrarás desde frutas y verduras, pan, queso, carnes, y comida lista, hasta flores y libros. Si bien el recinto cerrado del mercado abre diariamente, los sábados se despliega hacia sus alrededores con puestos de comida imperdible, siendo el mejor día para visitarlo.
Esta zona se encuentra en lo que fuera la parte exterior de la antigua muralla que protegía la ciudad, y a lo largo de estrechas calles peatonales se suceden los bares y restaurantes con sus mesas en la calle. Al final de la calle San Miguel, en la plaza de Santa Ana, se encuentra el antiguo convento de los Jacobinos, donde podrás disfrutar de la colección de arte de uno de los coleccionistas más importantes del mundo: Francois Pinault.
Puedes visitar los importantes edificios de arquitectura neoclásica que se encuentran en el centro de la ciudad: el Ayuntamiento, la plaza de la República y el Parlamento, construido en 1620 y ahora el eje central de la Plaza Real.
Si disfrutas de la naturaleza, el jardín Thabor te encantará. Este precioso parque tiene 10 hectáreas en las que encontrarás un jardín francés, un parque inglés, un jardín de rosas, un jardín botánico y una cafetería.
También podrás hacer actividades en el río Vilaine, que atraviesa Rennes: cruce en barcaza, kayak o iniciación al remo son algunas de las experiencias que te permitirán conocer el lugar.
Más allá del centro histórico y la calle San Miguel, el eje comercial de Rennes es la calle Le Bastard, donde se encuentran gran cantidad de tiendas. Si quieres comprar recuerdos del lugar como una sidra bretona, la famosa tarta Kouign Amann o un tote bag con estampas propias de la ciudad, este es el lugar.