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Río de Janeiro

Río de Janeiro
Río de Janeiro es de esos lugares en los que la tristeza no tiene cabida. Pasar un día de playa en Copacabana e Ipanema, tomarse una caipirinha en los bares de Lepe o pasear por el barrio de Santa Teresa es llenarse de la alegría y la vibra positiva que tanto caracteriza a los cariocas.

Hoy, Río es perfecto para combinarlo con otros destinos cercanos como Búzios, Ilha Grande o Paraty. Pero también es una ciudad increíble para dedicarle una semana completa, recorriéndola de pies a cabeza, desde el Corcovado hasta Barra da Tijuca.

Cuándo ir

La mejor época para visitar Río de Janeiro es entre octubre y mediados de diciembre, y entre marzo y mayo, pues las temperaturas son agradables, no hay muchos turistas y son meses fuera de la temporada lluviosa.

Clima

Río de Janeiro tiene un clima tropical, con temperaturas agradables a lo largo de todo el año. Mientras en verano (diciembre a marzo) las máximas pueden llegar hasta los 35°C, con altas probabilidades de lluvia, en invierno alcanzan los 21°C. Es por eso que las temporadas intermedias, primavera y otoño, suelen ser las mejores para visitar la ciudad.

Gastronomía

La herencia africana y portuguesa se hace notar fuertemente en la gastronomía carioca, en la que siempre suelen estar presentes los pescados, las carnes, los frijoles y el arroz. Los platos más típico son la feijoada -un guiso con frijoles negros y cerdo, acompañado con arroz-, el leao veloso -una sopa con camarones, langosta y pescado-, la moqueca -sopa marina con pescado y verduras- y los churrascos, con varias carnes a la parrilla.

Río ofrece una enorme variedad gastronómica en sus barrios más turísticos, sobre todo en las cercanías de las playas de Copacabana, Ipanema y Leblon, Santa Teresa y Urca, con miles de opciones entre las que los rodizios o tenedores libres son muy comunes. Por su parte, el centro histórico también reúne excelentes restaurantes, sobre todo en la Rua do Mercado, do Ouvidor, do Rosário y en la Travessa do Comércio.

Qué ver

Es el ícono de Río de Janeiro y, además, uno de los hitos turísticos más visitados de Sudamérica, por lo que fue declarado como una de las nuevas 7 Maravillas del Mundo. Se trata del Cristo Redentor, una estatua de 38 metros que representa la hospitalidad de los cariocas hacia sus visitantes. Se ubica en una de las partes más altas del Parque Nacional da Tijuca, a 710 metros sobre el nivel del mar, por lo que es uno de los mejores puntos para ver los íconos de la ciudad, como las playas de Copacabana e Ipanema, y el Estadio Maracaná, entre otros lugares.

A los pies del Cristo Redentor se ubica el Parque Nacional da Tijuca, una Reserva de la Biósfera de la UNESCO con más de 3.000 hectáreas que conforman el gran pulmón verde de Río de Janeiro. El lugar tiene senderos, miradores, montañas y cascadas en las que se puede dar un baño. Sin embargo, uno de sus más grandes atractivos es el Parque Lage, con hermosos jardines que se han formado en los alrededores del Palacio Romano, convirtiéndose en el lugar ideal para disfrutar de un brunch en sus encantadoras cafeterías.

Hacia la costa, en el barrio de Urca, se encuentra el Pan de Azúcar, otro de los emblemas cariocas. Para llegar a él hay que tomar el teleférico -o bondinho- en la playa Vermehla, que realiza una parada en morro de Urca y luego continúa hasta el punto final, regalando espectaculares vistas hacia la bahía de Guanabara.

Otro de los imperdibles de Río de Janeiro es el Jardín Botánico, un Patrimonio Histórico Nacional que reúne más de 6.000 especies de flora en un ambiente silencioso, ideal para escapar del bullicio y ajetreo de la ciudad. Se ubica muy cerca de la lagoa Rodrigo de Freitas, en torno a la cual hay muchos bares y restaurantes que la convierten en uno de los lugares más entretenidos de noche.

El centro histórico de la ciudad es una parada obligada, pues guarda gran parte de la herencia colonial, imperial y republicana de Brasil, pero también buena parte de la vida laboral y comercial carioca. Vale la pena dar una vuelta por la Plaza XV para conocer el Palacio Imperial, y visitar también la iglesia de Nossa Senhora do Carmo da Antigua Sé. Caminando por la Rua Primeiro de Marco es posible admirar el Palacio Tiradentes, mientras que en la plaza Cinelandia se encuentran los hermosos edificios del Teatro Municipal, la Biblioteca Nacional y el Museo Nacional de Bellas Artes.

Otro de los grandes atractivos de Río de Janeiro es el barrio de Santa Teresa, qué reúne gran parte de la intelectualidad y el arte de la ciudad. Muchos lo han comparado con el parisino Montmartre por sus pequeños palacios, pues se originó como un barrio burgués en el que vivía la clase acomodada. Allí hay que visitar el Convento de Santa Teresa, los Arcos de Lapa y tomar el bondinho, un tranvía que ha traspasado la historia de la zona. En Santa Teresa se encuentra también la famosa Escalera de Selarón, diseñada y fabricada por un artista chileno, que se ha convertido en uno de los grandes íconos de Río por sus hermosos colores.

Esta obra de arte marca el inicio de Lapa, el epicentro bohemio y cultural de Río. Lo mejor es visitar este barrio de noche, cuando la samba, el arte, los bares y los restaurantes se toman las calles, creando lo mejor de la vida nocturna carioca.

Playas

Río de Janeiro tiene una seguidilla de playas amplias para todos los gustos. En ellas, todo el año es posible encontrar a cientos de personas disfrutando de las aguas cálidas del Atlántico, deportistas corriendo por la costanera y también a los clásicos vendedores ambulantes que ofrecen de todo: bikinis, pareos, caipirinhas, cervezas heladas, queso asado, choclo con mantequilla, etcétera. En su conjunto, todo esto les da a las playas cariocas un encanto particular que atraer a turistas de todo el mundo.

En primer lugar se encuentran las playas de Leme y Copacabana. Con el Pan de Azúcar como telón de fondo, la primera es menos concurrida y algo más limpia que Copacabana, aunque ésta también tiene su encanto. Más allá, pasando el fuerte, se encuentra Ipanema, igual de concurrida que Copacabana, con dos kilómetros de extensión que terminan en Leblon, más tranquila y familiar.

Fuera de la zona urbana de Río de Janeiro está la praia de Barra da Tijuca, mucho menos concurrida que las de la ciudad, perfecta para pasar el día completo en un ambiente tranquilo y entretenido.

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