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Tánger

Tánger
Tánger, ubicada en el extremo norte de Marruecos, cerca del estrecho de Gibraltar, es uno de los puertos más importantes del país, recibiendo a miles de personas que llegan para descubrir su magia.

Se dice que una antigua diosa amante de Heracles separó a África de Europa abriendo el estrecho de Gibraltar. Esta diosa llamada Tingis le dio el nombre a la ciudad. Tánger ha sido durante mucho tiempo objeto de romanticismo por parte de artistas, poetas y escritores: Delacroix, Matisse, Paul Bowles, Truman Capote, Paul Bowles y Tennessee Williams, entre otros, pasaron alguna temporada en ella.

Pocas ciudades portuarias del mundo tienen el encanto de Tánger, con su pasado literario, el histórico entramado de calles en la medina y la exquisitez de su gastronomía esperando a que la descubras.

Cuándo ir

La mejor época para visitar Tánger es el otoño, de septiembre a noviembre, o la primavera, de marzo a mayo, cuando el tiempo es agradable y no hay aglomeraciones. El verano puede ser insoportablemente caluroso, aunque la brisa marina ayuda a mantenerla más fresca que otras ciudades marroquíes.

Clima

Tánger tiene un clima mediterráneo, con precipitaciones más intensas que otras regiones. Los veranos son relativamente cálidos y soleados, y los inviernos son húmedos y templados.​ La temperatura máxima media durante el mes de julio es de 28 °C, pudiendo alcanzar los 40 °C, y rara vez llueve. Durante el invierno, de diciembre a febrero, las máximas pueden llegar a los 25 °C, y las mínimas, a 4 °C. Las precipitaciones son moderadas y se concentran de octubre a marzo, siendo de noviembre a enero los meses con más lluvias, por arriba de 100 mm mensuales.

Gastronomía

Los dos platos más habituales en las cartas de los restaurantes, sobre todo en la medina, son el tajine y el cuscús. Este último es un básico del norte de África: sémola de trigo que se sirve con verduras o carnes guisadas, y siempre resulta delicioso. El tajine es el plato nacional no oficial de Marruecos, que consiste en cocinar a fuego lento alguna carne y verduras con especias, y se sirve en una cazuela de barro con el mismo nombre.

Otras especialidades marroquíes son la bastilla, un pastel elaborado tradicionalmente con paloma (sí, aunque suene raro), el kabab Al'Baqari (brochetas de carne) y la maakouda, unas croquetas árabes hechas a base de papa, sazonadas con cúrcuma y comino, que puedes acompañar con bissara (puré de habas) o hummus (puré de garbanzos). Si te gustan las berenjenas, el zaalouk es una rica salsa de tomate y berenjena que puede comerse fría o templada, acompañada con la carne de tu preferencia.

Si te gusta lo agridulce, la pastela es una base de hojaldre hecha con masa filo y rellena con cebolla, pollo, perejil y almendras. Es un plato curioso que mezcla lo dulce y lo salado, con el perfume de la canela.

Así como en la medina encontrarás muchas opciones para comer local, en la plaza de Francia, en la Ville Nouvelle, hay restaurantes modernos y algunas cadenas occidentales.

Qué hacer

Tánger es una interesante mezcla cosmopolita de influencias africanas y europeas. Como en muchas ciudades marroquíes, hay una ciudad antigua (medina) y otra nueva (Ville Nouvelle).

La medina, que va desde el océano colina arriba, es sin dudas uno de los mejores lugares para visitar en la ciudad. Lo ideal es dejarse llevar por las callecitas, sus colores, texturas y aromas y viajar al pasado, cuando fue el sitio que escritores como Paul Bowles y Jack Kerouac eligieron para trabajar. El vórtice central de la vida aquí es la plaza conocida como el Petit Socco, donde los ancianos se sientan durante horas a tomar el té y jugar al backgammon.

Al este de esta plaza se encuentra la Gran Mezquita, que no pasa desapercibida ni por su color ni por su altísimo minarete. Desde su construcción en 1684 no sólo se ha ido modificando su estética, sino también a quién rinde culto.

El Petit Socco se encuentra al pie de las murallas de la kasbah, uno de los sitios más bonitos de Tánger. Este espacio fortificado en la zona más alta de la medina está compuesto por un entramado de callejuelas que se esparcen aparentemente sin orden y ocultan placitas, talleres y uno de los mejores miradores sobre las murallas. Allí se encuentra también el antiguo palacio Dar-el-Makhzen, del siglo XVII, donde se sitúa un museo que alberga restos arqueológicos de ciudades romanas como Volúbilis y artesanía propia del país.

Hoy en día convertida en museo, la Legación Americana de Tánger fue una misión diplomática que los Estados Unidos establecieron en 1821. Se encuentra en la esquina suroeste de la medina y merece la pena visitarla. El museo alberga exhibiciones de arte fascinantes como una sala dedicada a Paul Bowles y obras de Eugene Delacroix, Yves Saint Laurent y James McBey.

Si bajas desde el barrio antiguo, hallarás los jardines de Mendoubia y el Grand Socco. El jardín es un lugar tranquilo lleno de flores, plantas y árboles, ideal para descansar durante tu recorrido. El Grand Socco, por su parte, es donde la ciudad nueva se une con la vieja. Allí se encuentra el emblemático Cinema Rif, de finales de los años 30 que, al igual que Tánger, es una mezcla de culturas. En esta plaza, además, puedes echar un vistazo a los puestos de los mercados tradicionales y abastecerte de frutos secos, fruta fresca y algún producto de segunda mano. Es interesante sentarse y unirse a los habitantes de Tánger que se reúnen allí a conversar y relajarse.

Una vez en ese lugar, la Ville Nouvelle, o ciudad nueva, es una visita obligada, especialmente para los amantes de la arquitectura, ya que cuenta con numerosos y hermosos edificios de finales del siglo XIX y principios del XX. Encontrarás la Terrasse des Paresseux, la terraza de los Ociosos, desde donde contemplar una espectacular vista del océano y buscar a lo lejos las siluetas brumosas de Gibraltar y el sur de España. La influencia española se puede observar en toda la ciudad, pero no puedes dejar pasar la Plaza de Toros y el Teatro Cervantes, que data de principios del siglo XX.

Para acercarte al mar puedes recorrer la cornisa Merkala, la ruta que bordea la playa del mismo nombre. Tánger tiene algunas playas preciosas, pero las más cercanas a la ciudad alternan entre períodos de limpieza y otros de suciedad. Si quieres ir a lo seguro, a 25 minutos se encuentra Achakkar, que además alberga unas increíbles formaciones rocosas llamadas las cuevas de Hércules. Estas grutas naturales con entrada desde el mar y la tierra son, según la leyenda, el lugar donde Hércules durmió antes de realizar su undécimo trabajo.

Justo allí se encuentra también el cabo Espartel, que marca el extremo noroeste de África. El promontorio se adentra en el agua, marcando el límite del mar Mediterráneo con el océano Atlántico. Espera al atardecer, cuando se puede ver cómo el sol se instala sobre el Atlántico. El faro, en la punta del promontorio, es especialmente fotogénico.

Si te quedas con ganas de conocer otras playas, puedes ir un poco más al sur a Sidi Kacem, con 20 kilómetros de arenas blancas, o hacia el noroeste a las playas Blanca y Dalia, de aguas turquesas y arena fina.

Desde Tánger, además, puedes hacer base y visitar otros sitios de la costa atlántica y mediterránea, como las ruinas romanas de Lixus y el enclave español de Ceuta en la costa mediterránea.

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