Tel Aviv
Con siglos y siglos de
historia, Tel Aviv ha pasado de mano en mano con los diversos imperios que han existido
a lo largo de los años. La herencia de cada uno de ellos ha dejado su huella
principalmente en la zona de Jaffa, la ciudad antigua donde todo comenzó, que
hoy está compuesta por un entramado de calles de piedra encantador.
Sin embargo, Tel Aviv también
tiene una cara moderna, con un distrito financiero, altos rascacielos y el
barrio Bauhaus más grande del mundo. Todo esto sin dejar de lado sus
espectaculares playas.
Cuándo ir
La mejor época para viajar a
Tel Aviv es durante primavera y otoño; es decir, entre abril y mediados de
junio, y entre septiembre y noviembre. Esto porque el resto de las estaciones
del año presentan climas muy extremos.
Clima
El clima de Tel Aviv es mediterráneo,
con veranos muy calurosos en los que se pueden alcanzar máximas de 38°C con
mucha humedad. Por el contrario, los inviernos son fríos y muy lluviosos, con
termómetros que suelen estar entre los 7°C y los 10°C, con frecuentes tormentas
eléctricas.
Gastronomía
Tel Aviv es el reino de la
comida vegetariana, aunque también goza de preparaciones con carne. Así, su
cultura culinaria tiene una fuerte influencia árabe, mezclada con tendencias
judías.
Así, los platos típicos son
bastante similares a lo que podríamos encontrar en Medio Oriente. Figuran el
falafel (albóndigas de garbanzos), la shakshuka (huevos con salsa de tomate y
verduras), el clásico shawarma, las burekas (empanaditas típicas de los puestos
callejeros), el sabih (pan pita relleno con berenjena, huevo, tomate, aceituna
y humus) y el zaatar (pan con sésamo).
Para probar todas estas
delicias el Jaffa o ciudad antigua de Tel Aviv reúne muchísimos restaurantes de
comida tradicional e internacional. También hay buenas opciones en la zona de
Kerem Hatemanim, el Mercado Portuario y el paseo marítimo.
Otro excelente lugar para comer
como local es el Mercado Carmelo, con cientos de puestos callejeros con comida
tradicional, como también algunos restaurantes.
Qué ver
Para nadie cabe duda de que
Jaffa es la zona por la que se debe comenzar un recorrido por Tel Aviv. Es la
ciudad antigua y el epicentro histórico de esta urbe israelita, enmarcado por
callejones de piedra, escaleras y construcciones en tonos beige, donde se han
instalado innumerables tiendas y galerías de arte. Además, en sus paredes es
posible admirar azulejos en los que se ven representados los signos del
zodíaco.
En Jaffa también hay que
visitar la casa de Simón el Curtidor, donde se dice que se habría hospedado el
apóstol San Pedro. Siguiendo con la historia, la Puerta de Ramsés II data de
1400 a.C. y es uno de los restos arqueológicos más importantes de la ciudad
antigua, pues fue la puerta de acceso al puerto cuando la zona pertenecía a
Egipto.
El puerto de Jaffa es otro
lugar imprescindible, un lugar tan antiguo, que figura en el Antiguo
Testamento, pues habría sido fundado por el hijo de Noé después del diluvio
universal. Además de ser un importante enclave comercial, en el puerto existen
diversos atractivos como la roca de Andrómeda, el faro de Jaffa, la fuente de
La Ballena (que rememora el relato de Jonás y la ballena) y las escaleras que
representan la entrada a la ciudad.
Muy cerca del puerto se alza la
iglesia de San Pedro, una iglesia que data del siglo XVII, aunque tuvo que ser
reconstruida en 1894. Está prácticamente frente al mar y su campanario es el
punto más alto de Jaffa. En la parte trasera de la iglesia se extiende un
enorme parque para recorrer y sentarse a disfrutar también de sus hermosas
vistas al mar.
A pasos de estos jardines se
halla la Mezquita Mahmoudiya. Conocida también como la Gran Mezquita, fue construida
en 1730 por los otomanos. A pesar de que solo permite el ingreso a musulmanes,
sigue siendo una de las mezquitas más importantes de Jaffa y de Tel Aviv,
además de guardar la fuente del Sultán Suleiman, una fuente que en su momento proveyó
agua para toda la ciudad vieja.
A sólo pasos de la Mezquita
Mahmoudiva es posible encontrarse con la Torre del Reloj, el gran ícono de Tel
Aviv. Ésta fue construida en 1903 y forma parte del centenar de torres que el
sultán Abdul Hamid II mandó a construir para celebrar el aniversario n° 25 de
su poder en el Imperio Otomano.
Desde allí hacia el interior de
Jaffa, perdido entre sus calles laberínticas está el Mercado de Las Pulgas, una
de las zonas más auténticas de todas, donde personas de diversas culturas y
religiones ofrecen todo tipo de productos usados y únicos. Vale la pena
recorrerlo para llenarse de la energía de Tel Aviv y también para encontrar muy
buenos restaurantes donde comer.
En la parte norte de Tel Aviv
se halla la zona más moderna de la ciudad y una de las zonas más famosas es la
Ciudad Blanca. Se trata de un conjunto de más de cuatro mil edificios Bauhaus,
que la convierten en la ciudad con más construcciones de este tipo de todo el
mundo, incluso más que en Alemania, donde nació esta corriente.
La Ciudad Blanca es considerada
Patrimonio de la Humanidad y en ella es posible encontrar otros grandes
atractivos como la Plaza Dizengoff, la única de estilo Bauhaus en todo el
mundo. Allí comienza el Bulevar Rothschild, donde se desarrolla la mayor parte
de la vida financiera de Tel Aviv. También le llama “la calle que nunca duerme”,
pues concentra los edificios más importantes a nivel comercial, además de
reunir buenos restaurantes y entretenidas tiendas para irse de compras.
El Bulevar Rothschild llega
hasta el barrio de Neve Tzedek, la zona más bohemia de Tel Aviv. Todo se
concentra principalmente en la calle Shabazi y es el lugar ideal para salir a
comer de día o de noche y también para recorrer sus galerías de arte o irse de
compras, pues está lleno de marcas de moda local.
Más allá de la historia y la
ciudad moderna, Tel Aviv tiene espectaculares playas para todos los gustos. En
total suman 13 repartidas a lo largo de sus 15 kilómetros de costa y las
mejores son Banana, Hilton, Jerusalem, Mezizim y Gordon-Frishman.