Valdivia
Valdivia
es considerada una de las mejores ciudades de Chile para vivir, a pesar de ser
también la más lluviosa del país. Clima aparte, la calidez de su gente, la
belleza de sus paisajes, la tranquilidad del río Calle-Calle y su cercanía con
parajes hermosos, hace de ésta una ciudad digna de visitar entre primavera y
verano.
Cuándo ir
La
mejor época para visitar Valdivia es entre fines de primavera y durante el
verano, pues son los meses más cálidos y con menos cantidad de lluvia. Sin
embargo, entre enero y febrero se da la temporada alta, por lo que pueden
coincidir muchos turistas en la ciudad.
Clima
Valdivia
posee un clima templado lluvioso, que la convierte en la ciudad con más
precipitaciones de todo Chile, sobre todo entre mayo y agosto. Además, al
encontrarse en el sur de Chile, se caracteriza por sus inviernos fríos con
temperaturas máximas que bordean los 10°C, pero veranos cálidos en los que los
termómetros pueden llegar a marcar 25°C.
Gastronomía
La
cocina valdiviana es el resultado de la herencia alemana, española y, por
supuesto, local, donde los mapuches y los huilliches tuvieron una importante
influencia.
Así,
en Valdivia son típicos algunos platos como el crudo con tostadas, las chuletas
kassler y las cecinas. Así también lo es el valdiviano, una sopa de charqui con
cebolla que se puede probar en las “picadas” locales.
Gracias
a la chocolatería Entrelagos, el mazapán se ha convertido en un ícono de los
dulces en Valdivia. Así también ocurre con la cerveza artesanal, pues en la
ciudad se halla la fábrica de Kunstmann, que dio el puntapié inicial para
convertir a Valdivia en la capital cervecera de Chile.
Qué ver
El
corazón de Valdivia es el río Calle-Calle y cualquier visita que parta por ahí
es ideal. Recorriendo la costanera es posible encontrarse con sitios como la
Feria Fluvial, el mejor lugar para conocer los productos típicos de la zona.
Aunque si de probar cosas ricas se trata, hay que visitar el vecino Mercado
Municipal, donde se preparan exquisitos platos y, además, existen algunos
puestos de artesanía.
También
se puede recorrer el río a bordo de embarcaciones que recorren sus hermosos
paisajes. Las hay grandes, con almuerzo a bordo incluido, y algunas más
pequeñas, e incluso paseos en kayak para recorrer también los ríos aledaños.
Cruzando
el río Calle-Calle se llega hasta la hermosa isla Teja. Allí se encuentra una
sede de la Universidad Austral y, en ella, el Jardín Botánico. Este pulmón
verde reúne muchísimas especies de flora y fauna que recorren el borde costero
y se internan por la isla, en un ambiente ideal para desconectarse del ruido de
la ciudad.
Al
lado se halla también el Parque Saval, con su increíble laguna rodeada de la
más hermosa vegetación. Es, sin duda, parte del paseo obligado al recorrer la
isla Teja, aunque los fines de semana suele recibir a muchos visitantes.
Navegando
por el río Valdivia se llega hasta el Fuerte Niebla, construido por los
españoles para defender a la ciudad del ataque de piratas y extranjeros. Más
allá de sus hermosas vistas, es entretenido visitarlo para conocer el Museo de
Sitio, que narra la historia del lugar.
Los
amantes de la cerveza no pueden perderse la Cervecería Kunstmann, que debe su
origen a los colonos alemanes que llegaron a la zona. Los recorridos por la
fábrica muestran el proceso de elaboración de esta famosa cerveza artesanal que
convirtió a Valdivia en la capital cervecera de Chile. Además, junto a ella se
encuentra su exquisito restaurante, perfecto no sólo para tomar un buen shop de
sus trece opciones, sino también para probar el clásico crudo o sus deliciosos
platos de carne y cecinas.
Un
poco más al norte de Valdivia está el Parque Oncol, en plena cordillera de La
Costa. Está sumergido en la intensa selva valdiviana, siendo el único bosque
templado lluvioso de Sudamérica. Sus senderos conducen por entre medio de la
vegetación, avistando aves y anfibios. Además, cuenta con un mirador en lo alto
del cerro Oncol, que permite tener una panorámica de Los Andes y de océano
Pacífico al mismo tiempo.
Antes
de dejar Valdivia hay que viajar en el tiempo a través del tren a vapor El
Valdiviano. Éste funciona desde 1913 y recorre la orilla del río Calle-Calle,
sumergiéndose también en hermosos bosques. Vale la pena bajarse en Pishuinco y
en Huellelhue, dos lugares ideales para probar la gastronomía loca.