Viena
La cuna de grandes artistas como Johan Strauss y Gustav Klimt es también una de las ciudades con más historia de Europa del Este. El Imperio austrohúngaro –del cual fue la capital– y las guerras mundiales llevaron a Viena a ser una pieza fundamental en la narrativa histórica del continente.
Impresionantes palacios, jardines con un paisajismo impresionante, museos de invaluable connotación y una exquisita herencia pastelera han convertido a esta ciudad en uno de los puntos más atractivos que conocer en el Viejo Continente.
Cuándo ir
La mejor época para visitar Viena es en primavera y otoño, particularmente en los meses de abril, mayo, septiembre y octubre, cuando las temperaturas de la ciudad suben y se vuelven agradables. Si bien durante el verano el clima suele ser bastante caluroso, coincide con la temporada alta de turistas, por lo que la ciudad suele estar llena y los precios pueden subir.
Clima
Viena tiene un clima de tipo oceánico continental, con inviernos bastante fríos en los que las temperaturas no suelen superar los 0°C y las nevazones son frecuentes. Por su parte, los veranos son cálidos y las máximas alcanzan los 27°C, aunque esta época es también la que concentra la mayor parte de las lluvias.
Gastronomía
La cocina vienesa es una combinación de las tradiciones culturales de Austria y sus países vecinos. Si bien no existe un ingrediente que caracterice su gastronomía, Viena sí tiene varios platos típicos que nunca hay que dejar pasar cuando se tenga la oportunidad de probarlos. Es el caso del emblemático Wiener Schnitzel, una escalopa de carne apanada, que se suele acompañar con papas tibias. La trucha a la molinera (Forelle nach Müllerin Art) es otro clásico, al igual que el Tafelspitz, un plato de carne cocinada con verduras, vinos y especias.
Entre las zonas destacadas para salir a comer está la Catedral y los barrios de Belvedere, el Spittelberg, Mariahilfer y Grinzing. Además, en los alrededores de la parte norte de Viena se encuentra la mayoría de las viñas más famosas de Austria; allí se han instalado los auténticos heuriger, locales rústicos ideales para probar algunos de sus vinos con música en vivo.
La pastelería es, sin lugar a dudas, uno de los grandes atributos de Viena. La Sachertorte o torta Sacher es un ícono que, inventada en 1832, consiste en un bizcocho de chocolate esponjoso relleno con mermelada de damasco y cubierto con pasta de chocolate. No hay mejor lugar para probar su receta original que el Hotel Sacher, un espacio fundado por el hijo del creador de esta famosa torta.
Qué ver
Cualquier recorrido por Viena debe comenzar en la Ringstrasse, una avenida circular dentro de la cual se desarrollan los mayores atractivos del centro de la ciudad. Hasta 1857 en su lugar se encontraban los muros que protegían a Viena. Estando allí hay que visitar edificios históricos como el Palacio Hofburg, el Ayuntamiento, el Parlamento de Austria, la casa de Mozart, el Museo de Historia del Arte, el Museo de Historia Natural, la Ópera Estatal de Viena y el Burgtheater.
Muy cerca se halla la Hundertwasserhaus, un lugar que rompe con la arquitectura histórica de Viena. Allí, el artista Friedensreich Hundertwasser plasmó una de sus obras más famosas, que consiste en un conjunto residencial muy particular donde los “apartamentos” parecen las piezas desuniformes de un puzzle.
La Hudertwasserhaus está de camino a Prater, el parque de entretenciones más antiguo del mundo. Desde 1897 se encuentra allí la Noria Gigante de Viena, una rueda de la fortuna que se ha convertido en un ícono de la ciudad. La entrada es gratuita y permite apreciar un panorama diferente y encantador.
Algunas cuadras hacia el sur de la Ringstrasse está el Wiener Stadtpark, un espectacular parque de 65 mil metros cuadrados por medio del cual pasa el río Wien. Puentes, lagunas, un paisajismo impresionante y el monumento a Johan Strauss hacen de éste un lugar imperdible.
Relativamente cerca, el Palacio de Belvedere fue construido para ser la residencia de verano del Príncipe Eugenio de Saboya. Vale la pena conocer los dos edificios que lo conforman, unidos por un espectacular jardín de estilo francés; en el Belvedere Superior se guardan 24 pinturas del famoso artista Gustav Klimt, como El Beso y Judith.
¿Cómo irse de Viena sin visitar el Palacio de Schönbrunn? Este lugar, construido durante el siglo XVII, funcionó como la residencia de verano de la familia imperial de Viena. Vale la pena hacer un recorrido por su interior para conocer los diferentes espacios clásicos del lugar, pero también hay que caminar por sus jardines hasta la Glorieta, una pequeña colina que regala espectaculares vistas del palacio.