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Experiencia Expan: La ruta española del Quijote y los vinos

Quijote

Invitada por Turespaña, la jefa de marketing digital de Expan Tours, Valeria Villalobos, tuvo la oportunidad de recorrer la región de Castilla – La Mancha, la increíble ruta española del Quijote y los grandes vinos. Fueron nueve días de descubrir paisajes históricos, de viajar al pasado y de tomar mucho y muy buen vino. Cómo no, si es una de las rutas enológicas más importantes de España.

En un lejano lugar de la Mancha…

«Me atrevería a decir que han pasado 25 años desde que leí ‘Don Quijote de La Mancha’. En ese momento, poco entendí del castellano antiguo y seguramente no disfruté como debía de una de las obras literarias más importantes de la historia. Pero vivirlo fue completamente diferente.

Me adentré en la región de Castilla – La Mancha con ganas de dejarme sorprender por lo que viniera y con solo un atisbo de certeza otorgado por Toledo, la capital de la comunidad. Los más de 30 °C de fines de la primavera manchega dieron tregua con unas inusuales lluvias para una región predominantemente seca, que crea el escenario perfecto para la producción de uvas que dan origen a vinos espectaculares. Pero ya hablaremos de eso después.

Desde el primer día, El Quijote se dejó ver como uno de los grandes protagonistas de la ruta. Jamás se me habría ocurrido que en un pueblo tan pequeño como Argamasilla del Alba habría ocurrido uno de los hitos que gatillaron la creación de esta obra maestra. Según cuenta su historia, la cueva de Medrano habría sido el lugar donde Miguel de Cervantes permaneció prisionero y, con ello, dio origen al primer capítulo del libro.

Los aires quijotanos se hacían presentes de menos a más en cada rincón que íbamos visitando. Fue así como llegamos hasta El Toboso, cuna de su amada Dulcinea. Pero ¿puede ser esto real? Para que lo juzgue cada uno, la historia es así: esta casa data del siglo XVII, cuando pertenecía a los hermanos Esteban y Ana Martínez Zarco de Morales. Esta última habría sido la enamorada de Cervantes y en quien se habría inspirado para dar vida a Dulcinea del Toboso.

Hoy, la casa es un museo y guarda un montaje de la época, pero sobre todo de la habitación de la mujer, desde cuya ventana habría salido a sus encuentros con El Quijote.

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El Toboso.

El broche de oro de la experiencia se llama Campo de Criptana. A lo largo de toda la ruta veíamos a lo lejos los emblemáticos molinos de viento de La Mancha, los mismos “gigantes” contra los que el hidalgo habría luchado. Estos se alzan sobre el barrio del Albaicín, rodeado de callejuelas y casas pintadas de blanco y azul, que cuatro siglos después dieron vida a una de las zonas más cool de la ciudad, con restaurantes y bares perfectos para disfrutar del atardecer, sobre todo los domingos.

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Campo de Criptana.

Que no te la den con queso en la ruta del Quijote

Para posible disgusto de Miguel de Cervantes, debe compartir su protagonismo regional con un elemento que nos atraía con altas expectativas: el vino. Porque, junto con La Rioja y la Ribera del Duero, la región de Castilla – La Mancha produce, vaya que sí, vinos de calidad superior. Pero la historia no es reciente.

La ciudad de Tomelloso es maravillosa sobre la tierra, pero también lo es por debajo de ella. Al caminar por sus calles es posible encontrarse con cientos de lumbreras, rejillas que dejaban respirar todo un mundo que, hace varios siglos atrás, se desarrollaba de forma subterránea.

El subsuelo de Tomelloso esconde una red de aproximadamente 4.000 cuevas en las que enormes tinajas de barro almacenaban los vinos -de producción principalmente familiar- durante el período de la fermentación. Muchas de ellas son un misterio, pero la cueva Galileo nos recibió transportándonos al mundo de antaño de la historia vitivinícola española.

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Cueva Galileo.

Para ser franca, no sé cuántas copas de vino tomé. Pero sí puedo decir con seguridad que ninguno estuvo bajo mis expectativas. Junto con el vino llegaba también el queso manchego, producido con leche de ovejas de la raza del mismo nombre. Maduro, semi maduro, con aceite, con romero o como fuera, era imposible resistirse a él. Tan delicioso es, que su sabor predominante es capaz de “tapar” cualquier imperfección del vino. De ahí el famoso dicho regional “que no te la den con queso”. Pero no me importó: vino y queso fueron siempre la combinación perfecta.

Y hubo un lugar en particular donde llegué a esa conclusión: Pago de La Jaraba. Esta enorme finca produce todo lo que está bien en este mundo: vino, queso y aceite de oliva. Su gran casona y bodega da la bienvenida para comenzar el recorrido que continúa en la ganadería. Cientos de ovejas manchegas se reúnen en este gigante galpón para iniciar el proceso de producción de queso. Desde ahí, la leche pasa a la quesería para dar vida a los quesos manchegos más deliciosos. Finalmente, el recorrido transcurre por la almazara, donde se elabora aceite de oliva extra virgen de cosecha propia.

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Pago de La Jaraba.

Un paseo medieval

Ninguna ruta por Castilla – La Mancha puede dejar de lado a su capital, Toledo. Desde las afueras se vislumbra esta ciudad medieval emplazada en un monte y custodiada alrededor por el río Tajo. Cruzar por alguno de sus increíbles puentes es prepararse para un viaje al pasado en el que convive una gran herencia cristiana, musulmana y judía.

Toledo es una ciudad para visitar con calma y zapatos cómodos. Es un constante subir y bajar por pequeñas callecitas de adoquines en las que nadie imaginaría que podría caber un auto hasta que lo ves en persona. Entre tiendas de espadas y armaduras es posible llegar hasta lugares como la Catedral, el Alcázar, el Museo del Greco o la Sinagoga del Tránsito.

Toledo
Toledo.

A la capital regional hay que dedicarle al menos dos días para llenarse de su historia, asombrarse con su patrimonio, enamorarse de sus rincones y, cómo no, si fue a lo que vinimos, comer rico y tomar de los mejores vinos del mundo«.

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