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Experiencia Expan: Tradicional y futurista a la vez, así es Japón

Japón

Japón es un país donde la tradición y la modernidad se entrelazan en un equilibrio fascinante. Desde la energía vibrante de Tokio hasta la elegancia histórica de Kioto, cada tesoro nipón ofrece una experiencia enriquecedora que cautiva a los ‘ryokō-sha’, como se les llama a los viajeros en el país del sol naciente.

Experiencia Expan presenta una nueva edición con Luany Armijo, Supervisora de Área Europa y destinos lejanos, quien nos cuenta todos los detalles de su más reciente viaje a Japón, donde recorrió sus principales ciudades, en las que fue testigo de edificios futuristas, templos centenarios, jardines zen y muchas otros ‘kankō meisho’ o atractivos turísticos.

Un destino lejano que vale la pena

Esta travesía de 18 días comenzó con un extenso vuelo desde Chile hasta Japón, con una escala de cinco horas en Dallas. En total, el trayecto tomó cerca de dos días, considerando la diferencia horaria que adelanta al país asiático en un día con respecto a Sudamérica.

Este nuevo circuito turístico, promovido por el operador JTB, busca llevar a los viajeros más allá de los destinos convencionales de Japón y sumergirlos en la esencia más profunda de la cultura japonesa.

«Para los viajeros chilenos, llegar a Japón implica varias opciones de ruta: por el Pacífico, con escalas en Australia; por Canadá; por Europa; o, la más conveniente en términos económicos, a través de Estados Unidos«.

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Templo en Tamakatsu.

El viaje se dividió en dos etapas. La primera, del 12 al 18 de febrero, estuvo dedicada a explorar la parte más profunda de Japón, lejos de los circuitos turísticos habituales. Destinos como Matsuyama, Takamatsu, Naoshima y Okayama ofrecieron una visión distinta del país, alejada del bullicio de las grandes urbes. Inuyama, con su castillo histórico, fue uno de los puntos más fascinantes del recorrido.

Del 18 al 25 de febrero, la segunda etapa del viaje llevó a los viajeros a las ciudades más icónicas de Japón. A medida que avanzaba la travesía, el grupo fue transitando desde estas pequeñas localidades hasta ciudades más conocidas como Kobe, Osaka y, finalmente, los icónicos centros urbanos de Tokio y Kioto.

La tradición budista de Japón y su gastronomía

Uno de los momentos más significativos del viaje fue la inmersión en la tradición budista. En un templo, los viajeros participaron en una auténtica peregrinación, vistiendo la indumentaria tradicional y formando parte de una ceremonia de adoración.

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Rezos en templo.

«Japón es un país con una fuerte raíz espiritual, donde el 98% de la población practica el budismo, mientras que el 2% sigue la religión sintoísta. Esta vivencia permitió conectar con la historia y la filosofía del país de una manera única«.

El viaje también fue una oportunidad para descubrir la auténtica gastronomía japonesa. Durante la primera etapa del recorrido, los viajeros se adentraron en la tradición culinaria del país al visitar una escuela gastronómica de Udon. Allí, aprendieron el arte de preparar estos famosos fideos japoneses, desde el amasado hasta la cocción, para luego degustar su propia creación.

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Escuela Udon.

«Los sabores tradicionales fueron un constante en la ruta: pescado crudo en todas sus formas, desde filetes hasta sopas de algas, acompañado siempre de arroz, un elemento fundamental en la mesa japonesa. Sin embargo, en Tokio y Kioto la oferta gastronómica es más internacional. Recomendación: la carne kobe, que probamos en la ciudad del mismo nombre, ubicada entre Okayama y Osaka«.

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Comida en Japón.

Cosas que amamos de Japón

Otro de los aspectos más fascinantes de Japón es su red de trenes bala, conocidos como shinkansen, que pueden alcanzar velocidades de poco más de 300 km/h, haciendo que los viajes entre ciudades sean rápidos y cómodos. Por ejemplo, la ruta entre Tokio y Kioto, que abarca aproximadamente 500 km, se cubre en tan solo dos horas y media.

Un detalle práctico que facilita aún más los desplazamientos en Japón es el sistema de traslado de equipaje. En los trenes no se permiten maletas grandes, ya que pueden ser incómodas para los pasajeros. Para solucionar esto, existe un servicio en el que los viajeros pueden dejar su equipaje en la recepción del hotel y un equipo especializado se encarga de transportarlo en buses o camiones hasta su destino final.

Al llegar a Japón, uno de los primeros aspectos que te sorprende es su nivel de limpieza. No importa dónde vayas, las calles, veredas y espacios públicos parecen brillar como si acabaran de ser pulidos.

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Se aprecia el orden y la limpieza en Japón.

«Lo curioso es que, a diferencia de otros destinos reconocidos por su orden, como Suiza, Japón tiene una característica peculiar: casi no encontrarás basureros en la vía pública. Puedes caminar por varias cuadras sin ver un solo recipiente donde desechar algo«.

El transporte público es una maravilla

En el transporte público japonés, la sensación de silencio es palpable. Ya sea en el metro de Tokio o en los trenes de alta velocidad, los pasajeros mantienen una quietud asombrosa. Todos se sumergen en sus libros, auriculares o simplemente en sus pensamientos, respetando el espacio del otro.

«A lo largo de nuestro recorrido, notamos que, mientras nosotros conversábamos en voz baja, los demás pasajeros nos miraban con interés, pero sin mostrarse incómodos. En Japón, el ruido en espacios públicos no tiene cabida, y esto crea una atmósfera de respeto y armonía«.

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Tren bala.

A pesar de lo avanzado y complejo que puede parecer el sistema de transporte en Japón, moverse en él es sorprendentemente fácil. Una de las primeras sorpresas fue la sencillez del metro. Las máquinas expendedoras de boletos, claramente señalizadas, indican el tramo exacto a pagar. Todo está perfectamente señalizado y es fácil de entender.

«Las instrucciones están tanto en japonés como en inglés, lo que hace que la experiencia de moverse por el país sea aún más accesible para los turistas. Si bien las estaciones pueden parecer abrumadoras al principio, pronto te das cuenta de que todo tiene un orden lógico, y en poco tiempo te mueves por la ciudad con la misma confianza que un local«.

La magia de Tokio

El distrito de Shibuya es uno de los puntos más icónicos de Tokio. Aquí se encuentra la famosa estatua de Hachikō, el perro que esperó fielmente a su amo durante nueve años, convirtiéndose en un símbolo de lealtad.

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Hachikō.

Justo a unos pasos, el cruce de Shibuya impresiona con su dinamismo: cientos de personas cruzan simultáneamente en distintas direcciones, creando una coreografía urbana digna de admiración.

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Cruce de Shibuya.

Ginza, en cambio, representa el lado más elegante y sofisticado de Tokio. Con sus tiendas de lujo como Gucci y otras marcas de alta gama, es el lugar ideal para los amantes de la moda y la exclusividad. En sus calles también se encuentran cafeterías modernas y siempre concurridas, que aportan un aire cosmopolita a la experiencia.

Por otro lado, Odaiba destaca por su arquitectura futurista y su ambiente vanguardista. Esta isla artificial alberga el hotel Nikko, así como curiosidades como una réplica de la Estatua de la Libertad y una imponente estatua de un robot gigante de Gundam.

Kioto, tierra de las geishas

El contraste con Tokio es evidente al llegar a Kioto, una ciudad donde la historia y la tradición impregnan cada rincón. El barrio de Gion es el epicentro de la cultura de las geishas, artistas refinadas que acompañan a personalidades en eventos exclusivos. Se pueden ver en la calle a partir de las seis de la tarde, aunque su discreción y elegancia hacen que su presencia sea casi etérea.

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Kioto.

«Hay que aclarar que las geishas no son damas de compañía en el sentido occidental. Son artistas que acompañan a políticos, artistas y gente importante en reuniones sociales. Literalmente, acompañan. Muchas veces, quienes las contratan terminan presentándolas como futuras nueras, ya que son consideradas mujeres educadas y refinadas«.

En Kioto, la espiritualidad está presente en cada templo y santuario. El Templo Dorado deslumbra con su estructura cubierta de pan de oro, reflejándose en las aguas de su estanque circundante. El bosque de bambú de Sagano, en Arashiyama, transporta a los visitantes a un paisaje de ensueño, con sus imponentes tallos verdes que crecen a una velocidad sorprendente.

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Templo Dorado.

También visitamos el Santuario Fushimi Inari-Taisha, con sus más de 1.000 torii rojos que crean un pasillo hipnótico y místico.

«Un torii es una puerta japonesa tradicional, que suele hallarse a la entrada de un santuario sintoísta. Simbólicamente marca la transición de lo mundano a lo divino o espiritual«.

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Torii rojos.

Hakone, Nara e Hiroshima

Aunque Tokio y Kioto son las paradas obligatorias para cualquier viajero, Japón también guarda tesoros en lugares menos frecuentados como Naoshima, una isla con pequeños museos de gran valor cultural. Además, los jardines japoneses en pueblos tradicionales ofrecen una belleza serena y una atención meticulosa a los detalles.

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Museo Benesse House.

«Una escapada a Hakone nos llevó a navegar por el lago Ashi, ofreciendo una vista privilegiada del monte Fuji. En el valle de Owakudani, las fumarolas y paisajes geotermales recuerdan a los géiseres del Tatio«.

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Monte Fuji.

En Nara, una de las sorpresas del viaje, el Parque de Nara es hogar de simpáticos venados que conviven con los visitantes. Se pueden alimentar con galletas de arroz, y su comportamiento paciente y amigable los convierte en una de las atracciones más entrañables.

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Todai-ji.

Finalmente, Hiroshima deja una huella imborrable en la memoria. El Parque y Museo de la Paz rinde homenaje a las víctimas de la bomba atómica de 1945. La Cúpula de la Bomba Atómica, el edificio más cercano al epicentro que aún sigue en pie, es un recordatorio de la importancia de la paz mundial.

«En el museo, hay fotografías, objetos donados por sobrevivientes y restos de lo que quedó tras la explosión. Desde época de estudiante en enseñanza básica y media, siempre escuché sobre la bomba atómica en Hiroshima, así que estar ahí en persona fue una experiencia sobrecogedora«.

Hoteles y Ryokan

Japón es un país que ofrece una variedad de opciones de alojamiento que van desde la modernidad de los grandes hoteles urbanos hasta la tradición centenaria de los Ryokan. Durante un recorrido por diversas ciudades japonesas, es posible experimentar la diversidad hotelera del país, con opciones que se adaptan a todo tipo de viajeros.

«En Tokio, el Grand Nikko Tokyo Daiba y el New Otani Garden Tower son ejemplos de la comodidad y el servicio que caracterizan a los hoteles de cadena internacional. Ambos establecimientos, de cuatro estrellas, ofrecen habitaciones amplias y bien equipadas, con ubicaciones estratégicas que permiten un fácil acceso a las principales atracciones de la ciudad«.

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Habitación del Grand Nikko Tokyo Daiba.

En Osaka, el Sheraton Miyako Osaka se destaca como una excelente opción para quienes buscan habitaciones espaciosas y un servicio de calidad. Este hotel de cadena internacional ofrece la ventaja de contar con habitaciones más amplias de lo habitual en Japón, un detalle especialmente apreciado en un país donde los espacios suelen ser reducidos.

Además, la presencia de la cadena Daiwa Roynet en varias ciudades japonesas garantiza una experiencia de hospedaje estándar y confiable.

«También tuvimos la experiencia de alojarnos en un Ryokan, un tipo de hospedaje tradicional japonés. Son alojamientos o casas de estilo tradicional japonés. En lugar de camas convencionales, se duerme sobre futones colocados en tatamis, con espacios reducidos y baños pequeños«.

ryokan
Ryokan.

Aunque estos alojamientos transmiten una sensación de recogimiento y simplicidad, no son la opción ideal para todos los viajeros. Las personas mayores o con problemas de articulaciones pueden encontrar poco cómodo dormir sobre un futón, ya que la superficie es bastante dura. Si bien la idea de hospedarse en un ryokan puede parecer romántica, es importante considerar sus particularidades antes de elegir esta opción.

Recomendaciones para planificar un viaje a Japón

Uno de los aspectos más fundamentales al viajar es contar con un seguro de asistencia. No importa si el destino está cerca o lejos: siempre, siempre, siempre es necesario. Desde un simple imprevisto hasta una emergencia médica, un seguro puede marcar la diferencia entre una experiencia tranquila y un problema mayor.

Al preparar la maleta, hay elementos que no pueden faltar. Uno de ellos es un transformador de electricidad. En países como Japón, los enchufes son de dos pines en lugar de tres, lo que puede dificultar el uso de dispositivos electrónicos. Además, llevar una batería externa para el celular es crucial, especialmente cuando se pasa mucho tiempo explorando sin acceso a enchufes.

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Templo Sintoísta.

Otro punto clave es la ropa. Ciudades como Tokio y Kioto requieren caminar grandes distancias, por lo que el calzado cómodo es indispensable. Dependiendo de la época del año, también es recomendable llevar una chaqueta ligera o una prenda para abrigarse.

Para quienes buscan ahorrar y evitar las grandes aglomeraciones, febrero puede ser una excelente opción para visitar Japón. Es una temporada en la que el clima no es tan extremo y los costos suelen ser más bajos en comparación con otras épocas del año.

«La época o meses más demandados son marzo, abril y mayo, el momento del año en el que empieza la floración de los cerezos, un espectáculo natural que merece la pena experimentar«.

Tokio es el destino más famoso de Japón.

La planificación del viaje también es clave. Si se quiere aprovechar al máximo la experiencia, lo ideal es comenzar a organizarse con al menos tres meses de anticipación para poder visitar atracciones como la Exposición Universal de Osaka 2025 o Feria de Osaka, que se celebrará del 13 de abril al 13 de octubre. Se llevará a cabo en la isla artificial de Yumeshima, en Osaka, Japón. 

«En los últimos años, Japón ha ganado una enorme popularidad entre viajeros de todo el mundo, por lo que la demanda de operadores turísticos ha aumentado significativamente, especialmente desde la pandemia. Para asegurar las mejores opciones de hospedaje y actividades, es fundamental reservar con tiempo«.

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Teatro en Japón.

La importancia de los tiempos de conexión

Viajar a Japón es una aventura fascinante, pero los vuelos largos y las conexiones pueden convertirse en un desafío si no se planifican correctamente. Para trayectos tan extensos, lo ideal es asegurarse de contar con un mínimo de dos horas y media entre escalas. De lo contrario, cualquier retraso o imprevisto puede poner en riesgo todo el itinerario.

«Para mi viaje de Tokio a Dallas, la conexión resultó ser más complicada de lo esperado. El avión aterrizó a las 4:45, justo cuando había llegado a la Terminal 1, pero la puerta de embarque estaba en la Terminal 3. La distancia entre terminales era de aproximadamente 15 minutos en autobús, lo que significó que al llegar, la hora de embarque ya había pasado«.

Pero si algo se destaca de los japoneses, especialmente cuando tratan a los viajeros, es su amabilidad y su gentileza.

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Joven japonesa.

«A 10 minutos para las 6:00, cuatro ejecutivas de Japan Airlines llegaron al rescate, preguntando por Luany Armijo. ¡Era yo, con mi maleta en mano! Me ayudaron y pude llegar a tiempo para el vuelo a Dallas. Tenía solo 45 minutos de conexión, lo cual no es suficiente. Para vuelos tan largos, siempre recomiendo al menos tres horas y media«.

¿Cuántos días son suficientes para conocer Japón?

Si bien existen paquetes turísticos de ocho días y siete noches, este tiempo puede resultar demasiado ajustado. Para disfrutar plenamente del destino y no sentirse apresurado, lo ideal sería extender la estadía. Se recomienda agregar dos noches al inicio y dos al final del viaje, lo que permitiría un total de 13 días y 12 noches. Si el tiempo y el presupuesto lo permiten, 15 días sería una opción aún mejor.

Además, hay que considerar la distancia. Viajar desde Chile o cualquier país latinoamericano hasta Japón implica muchas horas de vuelo. La fatiga del viaje puede afectar la experiencia, especialmente para personas mayores. Tomarse el tiempo necesario para aclimatarse y descansar hará que el viaje sea más placentero y llevadero.

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Luany Armijo.

«Fue una experiencia bonita, y sí, volvería a Japón, pero con más tiempo y con mi familia. Le daría más tiempo a Tokio y Kioto. Tal vez también a Kobe, que me gustó mucho. 15 días como mínimo. Fue una experiencia y la recomendaría absolutamente«.

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