Experiencia Expan: Road trip por el Nordeste de Brasil
En una nueva edición de Experiencia Expan, Valeria Villalobos, jefa de marketing B2C en Expan Tours, nos cuenta su road trip en familia por el Nordeste de Brasil.
Inspirada por los increíbles programas de viaje con los que me toca trabajar día a día, dejé mi rol como jefa de marketing B2C en Expan para convertirme en viajera por dos semanas. La ruta planificada: un recorrido en auto desde Maceió hasta Natal.
La situación era más o menos la siguiente: teníamos dos semanas para irnos de vacaciones, pero esta vez la cosa era diferente, porque se sumaba a la aventura Maite, nuestra hija de 2 años. Teníamos ganas de conocer playas lindas, pero no de viajar muy lejos, porque con niños el panorama del avión se podría volver algo complicado.
Después de una conexión en São Paulo aterrizamos en el aeropuerto de Maceió. Ahí mismo tomamos el auto que habíamos arrendado y comenzamos nuestro road trip por el Nordeste de Brasil; el auto incluía silla de niño, pero siempre es mejor llevar la propia, si es que las condiciones lo permiten. Como los chilenos tenemos roaming a precio local (ojo, solo hasta 1GB de navegación), Waze y Google Maps nos funcionaron perfecto durante todo el viaje.
Nordeste de Brasil: Todo empieza en Alagoas
Como buena capital estatal, Maceió es una ciudad muy grande. Lo mejor es hospedarse en la zona de Ponta Verde para tener a la mano la costanera, llena de restaurantes, bares de playa y zonas de artesanía.
Desde la ciudad visitamos las piscinas naturales de Pajuçara, a las que se llega en pequeños botes a vela o jangadas. Estas se forman por bancos de arena que hacen que el agua llegue hasta la cintura, pero a mediodía la marea vuelve a subir, así que lo mejor es ir temprano. Desde Maceió también fuimos por el día a la playa de Ipioca, muy linda, pero con algo de oleaje.
Después de Maceió nos quedamos algunos días en Maragogi, definitivamente uno de nuestros favoritos de todo el viaje por el Nordeste de Brasil. De camino visitamos la playa Marceneiro, un verdadero paraíso con cocoteros, aguas esmeraldas y el mar tranquilo como una taza de leche. Un imperdible para que los niños disfruten la playa.
Maragogi es una ciudad pequeña, con poquitas calles, pero mucho que hacer. La costanera está llena de restaurantes de todo tipo, tiendas de souvenirs y bares de playa perfectos para pasar la mañana. Desde ahí tomamos un tour a las piscinas naturales –las mejores de todo el viaje- y luego visitamos el famoso Camino de Moisés, un gran banco de arena donde el agua llega hasta las piernas y está lleno de hamacas, columpios e incluso bares flotantes.
A minutos de Maragogi hacia el norte se encuentra la playa de Antunes. No tengo palabras para describir lo increíble que es este lugar, así que mejor les dejo una foto para que lo califiquen ustedes mismos. El mar no tiene olas, la temperatura del agua es perfecta, su color alucinante y el paisaje es mejor aún.
Pernambuco y Paraíba
El road trip por el Nordeste de Brasil continuó hacia el norte, cruzando el límite con el estado de Pernambuco, para llegar hasta la famosa ciudad de Porto de Galinhas. Allí te recibe la rua das Sombrinhas, una calle peatonal llena de paraguas de colores que conforman el escenario perfecto para la foto de rigor. La calle se extiende por muchísimas cuadras donde abundan restaurantes, tiendas y bares. Definitivamente es un lugar para visitar si lo que se busca es vida nocturna o si la idea es un viaje con amigos.
Después de Pernambuco viajamos hacia el norte rumbo a João Pessoa, y en el camino hicimos una parada que valió mucho la pena. Se trata de Olinda, una pequeña ciudad ubicada junto a Recife que es considerada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO por ser un centro colonial perfectamente conservado.
De alta herencia portuguesa, Olinda es considerada “la pequeña Lisboa” de Brasil. Su casco histórico es pequeño y fácil de caminar, y lo mejor es dedicarle una mañana completa para pasear, comprar preciosas artesanías y sacar fotos en sus infinitos miradores que muestran la contrastante cara moderna de Recife.
Al final del día llegamos a João Pessoa. La ciudad me recordó algo a Maceió, pero más elegante. Frente al barrio de Tambaú existen piscinas naturales y hacia el norte, por la costanera, está lleno de restaurantes, así que es un lugar ideal para salir a caminar por la tarde y elegir dónde comer.
Río Grande do Norte
Nuestros últimos días en el Nordeste de Brasil fueron en uno de nuestros favoritos de todo el viaje junto a Maragogi: Pipa. Este pequeño pueblo está ubicado en el estado de Río Grande do Norte y es simplemente maravilloso. En la entrada nos recibió una callecita de adoquines llena de tiendas, bares y restaurantes a los lados, con escaleras que subían por pasajes que se llenan de vida por las noches. Un buen lugar para estacionar el auto y olvidarse de manejar por algunos días.
Allí, definitivamente nos enamoramos de la famosa bahía dos Golfinhos. A esta playa solo se puede llegar en lancha o caminando desde Pipa; lo ideal es monitorear el estado de las mareas por internet y visitarla cuando esté más baja, pues para acceder hay que caminar entre las rocas de la playa. Al llegar se abren enormes farellones de piedra rojiza que resguardan esta impresionante playa de aguas tranquilas, donde comúnmente se dejan ver delfines.
Nos faltaron días para disfrutar de Pipa, pero el viaje debía continuar hasta nuestro último destino: Natal. Esta ciudad enorme es muy entretenida y a pocos kilómetros de ella se encuentra la espectacular playa de Maracajaú, que nos quedamos con ganas de visitar. Para llegar hasta ella se pueden tomar tours en catamarán desde Natal, que combinan la visita con las hermosas piscinas naturales de Rio de Fogo.
Nos vamos, pero volveremos al Nordeste de Brasil
En el aeropuerto de Natal devolvimos el auto y nos despedimos de unas vacaciones que comenzaron con altas expectativas que definitivamente el Nordeste de Brasil logró superar. Fueron 13 días recorriendo más de mil kilómetros en auto y nuestra opinión fue concluyente: las próximas vacaciones serán donde nuestra ruta terminó, en Pipa y Natal, dos lugares a los que fácilmente se les puede dedicar una semana completa.
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