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Experiencia Expan: Navegando por las misteriosas aguas de la Antártica

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¿Qué hay más allá del territorio chileno antártico? ¿Qué misterios esconden las aguas de la Península Antártica? ¿Un muro de hielo representa el fin del mundo o hay más tesoros por descubrir? Hay muchas preguntas y enigmas sobre esta remota región de la Tierra, relevante en lo geopolítico gracias al Tratado Antártico de 1959, pero también en lo turístico, con experiencias de viaje que cambian vidas.

Eugenio Cox, Socio y Gerente Fundador de Expan Tours, con décadas de experiencia en la industria del turismo, es el protagonista de esta nueva edición de Experiencia Expan, en la que nos cuenta su más reciente aventura, la cual calificó como un pendiente en su bucket list: Navegar por las misteriosas aguas de la Antártica.

Un viaje pendiente

Con más de 60 barcos de diversas partes del mundo recorriendo distintas zonas del continente blanco, las expediciones antárticas han adquirido un enfoque especializado, como lo demuestra Silver Sea, una de las marcas de Royal Caribbean.

Silver Sea, conocida por sus embarcaciones de lujo, también se destaca en el mundo de los cruceros de expedición. A diferencia de los cruceros convencionales, estos barcos son significativamente más pequeños, con capacidad para 200 a 300 pasajeros, lo que permite una experiencia más íntima y personalizada, con un equipo especializado que organiza excursiones diarias, acompañadas de charlas explicativas que profundizan en la riqueza natural y científica de la región.

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Silver Cloud.

La temporada de cruceros hacia la Antártica comienza en noviembre y se extiende hasta abril. En este período, los barcos zarpan desde Puerto Williams, una elección estratégica para Royal Caribbean, que traslada su operación desde Ushuaia a este punto más cercano al mar de Drake. Aunque Ushuaia cuenta con una infraestructura portuaria más desarrollada, Puerto Williams ofrece una ventaja clave: la posibilidad de evitar un trayecto adicional de tres a cuatro horas.

«Yo tenía a la Antártica en un bucket list, siempre quise ir a la Antártica, pero pensaba que iba a ser muy difícil. Hay dos mundos que figuran allí, el militar y el mundo turístico. En el mundo turístico, cada vez hay más demanda y los precios son altos; la operación de los barcos es carísima«.

Sin embargo, a veces, las oportunidades aparecen de manera inesperada. En noviembre, surgía una única plaza disponible para una expedición del 19 al 29 de ese mes, con salida y regreso desde Puerto Williams. Tras una llamada oportuna del representante de Silver Sea, las palabras fueron claras: “La tomas o la dejas”.

«Y la tomé«.

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Excursión en kayak.

La aventura empieza desde Santiago

Todo comienza en Santiago, donde el Ritz Carlton se convierte en el epicentro de una organización impecable. El 18 de noviembre, los viajeros realizaron su check-in y aquí comienza la magia.

Desde el primer momento, se percibe el nivel de logística y planificación que Silver Sea ofrece. Con café, champán y otros detalles a disposición, los viajeros reciben una bienvenida inolvidable mientras obtienen todas las indicaciones necesarias para la travesía.

Las tarjetas de embarque para el vuelo chárter del día siguiente, etiquetas para el equipaje y la información general se reciben en el hotel.

Por otro lado, al momento de completar tu reserva, se recaba información clave como tu talla de calzado para unas botas especiales, diseñadas para soportar temperaturas extremas y caminar sobre hielo. Aunque no cuentan con crampones, su diseño es ideal para estas condiciones. Es importante tener en cuenta que solamente puedes desembarcar a las excursiones con estas botas.

Al entrar a tu habitación, encontrarás una parka especialmente diseñada para resistir las bajas temperaturas, perfecta para acompañarte tanto en el barco como durante los desembarques. Junto a ella, encontrarás una mochila con los colores de la naviera, un detalle práctico que resalta el espíritu aventurero del viaje.

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Eugenio Cox.

La organización no descansa. Al día siguiente, el desayuno está perfectamente sincronizado, y afuera esperan cuatro buses identificados por números para trasladar a los pasajeros al aeropuerto. Una vez allí, el personal de Silver Sea, perfectamente identificado, dirige a los viajeros a la sala de embarque y, posteriormente, al avión chárter de Sky Airlines.

Los vuelos hacia la Antártica

El vuelo tiene como destino Punta Arenas. Al aterrizar, cuatro aviones de DAP Airlines están listos para continuar el viaje. El grupo, organizado por colores para mayor eficiencia, es dirigido al siguiente avión en apenas 50 minutos.

«El trayecto desde Punta Arenas a Puerto Williams es de 45 minutos y es un vuelo muy bonito. Mientras el avión surca el cielo, los pasajeros disfrutan de vistas impresionantes del Estrecho de Magallanes. Con suerte, el clima despejado permite admirar Ushuaia por un lado y los fiordos por otro, ofreciendo un adelanto de los paisajes espectaculares que aguardan en la Antártica«.

Al aterrizar en Puerto Williams, la organización alcanza su culminación: el Silver Cloud está atracado a tan solo 500 metros, listo para dar inicio a una experiencia inolvidable.

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Llegada al barco.

Cabinas de 5 estrellas

Desde el momento en que subes a bordo y haces check-in, el encanto comienza. Una botella de champán en mano marca la bienvenida perfecta antes de dirigirte a tu cabina, que se asemeja más a una suite de lujo que a una habitación convencional.

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Cabina.

«Al entrar, un baño exquisito, espacioso y moderno te recibe con amenidades de primera calidad y toallas suaves, mientras una ducha diseñada para la comodidad añade un toque de sofisticación. El walking clóset es un sueño: amplio, organizado, con más de 50 ganchos, cajoneras, espacio para maletas e incluso una plancha«.

El dormitorio, con camas que pueden configurarse como individuales o dobles, ofrece colchones y sábanas que garantizan un descanso reparador. El espacio también incluye un living separado por una cortina, ideal para quienes tienen diferentes rutinas de descanso, con un sofá que puede convertirse en una cama doble y un televisor sobre un mueble. No solo puedes ver películas, canales de noticias y deportes, sino que también puedes conocer la posición exacta del barco, los horarios de actividades y excursiones y mucho más.

Por otro lado, la terraza privada con una mesa y dos sillos, el rincón perfecto para relajarse con vistas al océano. Además, el barco cuenta con un servicio de Wi-Fi sorprendentemente rápido, con la opción básica para subir fotos en redes sociales, usar WhatsApp, responder tus mails, o la alternativa premium para quienes necesitan mayor velocidad.

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Dormitorio de la cabina.

Todo es lujo en el Silver Cloud

«Un detalle que marca la diferencia es el servicio personalizado. Cada pasajero tiene asignado un ‘buttler’, un mayordomo exclusivo cuya misión es asegurarse de que disfrutes al máximo de tu estadía. Está disponible para atender todas tus necesidades, desde coordinar tus bebidas favoritas en el bar hasta llevar el room service directamente a tu puerta, ya sea el desayuno, el almuerzo, la cena y cualquier antojo. Este nivel de atención eleva la experiencia a otro nivel«.

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Comida junto a la piscina.

Con 230 pasajeros y 250 tripulantes, el servicio a bordo alcanza un nivel de exclusividad inigualable. Este barco redefine el concepto de hospitalidad al garantizar que cada huésped reciba una atención personalizada y única.

La gastronomía también es excepcional. No existen los turnos rígidos de comida como en los cruceros convencionales. Puedes disfrutar de platos a la carta en cualquier momento del día, ya sea en tu habitación, en la terraza o en los restaurantes. Las opciones incluyen mesas individuales para quienes buscan privacidad o espacios compartidos para quienes desean socializar. Todo acompañado de licores premium y un servicio impecable.

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Gastronomía del barco.

El lujo no se limita a la cabina. Una piscina temperada a casi 30 grados ofrece un refugio cálido incluso cuando las temperaturas exteriores caen a -3 grados. Este espacio es ideal para relajarse mientras disfrutas del paisaje.

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Piscina.

Afuera del barco, un observatorio panorámico se convierte en el lugar perfecto para comenzar cada día. Con vistas inigualables al amanecer y un ambiente tranquilo, este espacio es un verdadero santuario sobre las frías aguas de la Antártica.

36 horas por el mar de Drake

Las primeras 36 horas de navegación por el Mar de Drake marcan el ritmo de esta aventura, ofreciendo un vaivén entre la calma y el caos. Es en este mítico paso, donde el Atlántico y el Pacífico se entrelazan bajo la imponente presencia del Cabo de Hornos, donde el viajero empieza a saborear la magnitud de lo que está por venir.

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La ruta.

Una de las mayores sorpresas que genera el continente blanco es la coordinación global para protegerlo. En este rincón del planeta, los países, incluso aquellos con marcadas diferencias políticas, coinciden en algo: la Antártica debe preservarse. Las bases militares comparten el espacio con un turismo estrictamente regulado y, desde el capitán hasta el último miembro de la tripulación, cada detalle está orientado a minimizar el impacto ambiental.

«Una asociación internacional de tour operadores antárticos establece normas rigurosas que los operadores deben cumplir, como la limitación de desembarcos a un máximo de 100 personas por excursión y la prohibición total de dejar residuos. Además, los itinerarios se planifican con años de antelación para garantizar que las rutas de los barcos no se crucen. Es un sistema que recuerda a la asignación de slots en los aeropuertos, donde la precisión y la organización son esenciales«.

La labor de la conservación

El día después de zarpar, mientras el barco cruzaba las aguas del Mar de Drake, todos los pasajeros fueron convocados a un espacio multifuncional que opera como cine y sala de conferencias. En este encuentro, se realiza una revisión y desinfección exhaustiva de toda la ropa que planeas usar en las excursiones.

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Los viajeros en la Antártica.

Los viajeros debían llevar cada prenda, pantalones, suéteres, guantes, entre otros, para que el equipo de expediciones las inspeccione minuciosamente. El objetivo es garantizar que no contengan elementos contaminantes, como semillas u otros restos que puedan representar un riesgo para los ecosistemas locales.

Luego de la revisión, las prendas son desinfectadas y te las devuelven listas para su uso. Adicionalmente, cada vez que desembarcas, las botas pasan por un sistema de limpieza automático, seguido de un baño desinfectante antes de pisar tierra firme.

Actividades para todos los gustos

El clima, siempre cambiante, obliga a tener múltiples planes en mente. El equipo de expedición, equipado con banderines y sistemas de comunicación, se adelanta para preparar las rutas y asegurarse de que no haya peligros como desprendimientos o zonas bloqueadas por el hielo. Esta planificación meticulosa asegura que cada momento en tierra sea inolvidable.

«En la hora 33 de navegación, una densa niebla cubría la vista, pero de repente, como si fuera un acto teatral, emergió una montaña de hielo tan majestuosa como el Aconcagua, elevándose directamente desde el mar«.

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Antártica.

Cada noche, el jefe de expedición ofrece un detallado informe sobre las actividades del día siguiente, incluyendo posibles escenarios climáticos y las instrucciones para cada situación.

«Por la mañana, el equipo de expedición desciende primero para explorar el terreno y determinar un lugar seguro para el desembarco con los botes zodiac. Una vez que todo está listo, los pasajeros son guiados hacia la orilla para realizar caminatas que varían según la geografía del lugar. Algunos trayectos son más empinados, mientras que otros son planos«.

Uno de los primeros espectáculos son los majestuosos icebergs tabulares, parecidos al impresionante A23a, que se extiende por 43 kilómetros y ostenta el título del iceberg más grande del mundo.

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Iceberg tabular.

Sin embargo, la majestuosidad de los icebergs viene acompañada de un recordatorio constante de su poder. Estos gigantes de hielo están en continuo movimiento debido al derretimiento del hielo sumergido, lo que los hace inestables y peligrosos. Los tripulantes del barco son sumamente estrictos con las distancias de seguridad para evitar cualquier situación de riesgo, ya que los desprendimientos de hielo pueden generar olas peligrosas. Por eso, observarlos desde lejos se convierte en una experiencia fascinante y segura.

La Antártica es un auténtico reino de la naturaleza

La vida animal es uno de los grandes atractivos de la Antártica. Durante las caminatas, es común encontrar focas, lobos marinos y diversas especies de pingüinos, que capturan la atención de los visitantes.

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Pingüinos.

Además, aves marinas y otras criaturas completan el cuadro de un ecosistema vibrante y único. Cada paso en este territorio helado revela una nueva sorpresa, haciendo que la exploración sea una experiencia inolvidable.

Entre una actividad y otra, el barco navega hacia nuevos destinos, y durante estas travesías también hay mucho que observar. Delfines juguetones suelen acompañar la embarcación, mientras que las ballenas también hacen apariciones emocionantes. «Ver a las ballenas es lo más emocionante que hay«.

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Orca.

«Otra cosa que es tremendamente emocionante es el ruido ambiente. Es como un trueno permanente en una tempestad. Todo el hielo se está moviendo, acomodándose, lo que produce este ruido impresionante«.

A menudo, los barcos anclan en bahías rodeadas por enormes montañas que emergen desde el agua al cielo y que podrían alcanzar o hasta superar los 1.000 metros de altura, con icebergs colosales. En estos lugares, la naturaleza se manifiesta con una fuerza arrolladora: el sonido del hielo, el viento, la nieve, y la belleza de los días despejados.

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Montaña de hielo.

«No podía creer lo que estaba viendo. Los colores… Tú te puedes quedar sentado en la terraza y todo el tiempo está cambiando el color. Según como vengan los rayos del Sol, por la ubicación del iceberg, ves blanco, ves azul intenso, celeste, rosado, amarillo, verde. Es una maravilla«.

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Amanecer en la Antártica.

El reto de la Península Antártica

Tras 36 horas atravesando las imponentes aguas del Mar de Drake, comienza la navegación por la majestuosa Península Antártica. En el trayecto, se pueden observar maravillas naturales como las Islas Georgias del Sur. El recorrido incluye visitas a varias bahías, pero siempre con la sensación de estar en un lugar completamente alejado de la civilización.

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Iceberg.

«Nunca había tenido una sensación tan remota, porque he estado en lugares remotos, pero siempre hay algún vestigio de colonización humana. Hay algún faro, alguna base. Aquí vimos algunas bases no permanentes de Argentina, que son pequeñas, pero había muchos momentos que no veías nada humano, nada, ni un barco, una casa, luz, nada«.

La experiencia de navegar en kayak entre los hielos antárticos resulta inolvidable, pero también desafiante. Los icebergs, que muchas veces aparentan ser pequeños en la superficie, esconden enormes estructuras submarinas que pueden bloquear el movimiento. En un momento, el sonido de las tronaduras y el desplazamiento del hielo despertaron el temor: un desprendimiento cercano podría representar un riesgo real.

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Kayak.

Este tipo de situaciones recuerda que, aunque el viaje puede incluir comodidades de primera clase, también es un desafío enfrentar una naturaleza tan poderosa y cambiante. Cada instante es un recordatorio de la fragilidad humana frente a estos paisajes extremos.

«Yo creo que lo perfecto hubiera sido llegar a una base y tomar un avión a Punta Arenas, porque las 36 horas de vuelta, ya cuando vienes con ocho o nueve días de vida hotelera, te sientes satisfecho. El último tramo zarpa como a las seis de la tarde y tienes toda esa noche, toda la mañana siguiente y llegas a la tarde a Puerto Williams«.

La Antártica, entre la globalización y la geopolítica

Para quienes han tenido el privilegio de pisar este rincón remoto del planeta, la sensación de ser parte de algo inédito resulta incomparable. Aunque muchas personas han visitado la Antártica, esa conexión íntima con lo desconocido sigue siendo profundamente personal.

«Siempre me ha pasado que he sentido una emoción especial cuando creo que soy el primer ser humano en pisar un territorio desconocido«.

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Llegada a colonia de pingüinos.

En un mundo globalizado, donde las redes sociales y la tecnología han homogeneizado culturas y experiencias, encontrar lugares tan prístinos como la Antártica se siente como un respiro necesario.

«El impacto de la masificación cultural, impulsada por plataformas como Instagram y YouTube, ha hecho que los destinos pierdan parte de su autenticidad. Bangkok, por ejemplo, puede sentirse universal hasta que te adentras lo suficiente para encontrar un pequeño templo escondido entre rascacielos. En contraste, la Antártica permanece intacta, un lugar donde la naturaleza dicta las reglas«.

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Antártica.

La Antártica es un ejemplo único de colaboración internacional. En un mundo marcado por tensiones geopolíticas, resulta fascinante que todos los países del planeta estén de acuerdo en proteger este territorio. Esto debería servirnos de inspiración para extender esa cooperación a otras áreas del mundo. Sin embargo, los cambios climáticos nos muestran lo frágil que es este equilibrio.

«Un ejemplo es lo que está pasando en Groenlandia: el cambio climático está produciendo que se produzcan deshielos y esos deshielos han producido nuevas rutas marinas que antes no existían, eran impensables. ¿Y qué pasó ahí? ¿Por qué está interesado Estados Unidos? ¿Por qué está China? Esto está en manos de Dinamarca. Ahora se puede no solamente navegar, sino que además existe la posibilidad de explotar yacimientos de gases y minas. Se volvió geopolíticamente interesante«.

«Pasan cosas en el alma«

«Los viajes tienen que ver con las emociones profundas, la conexión con uno mismo y la única forma de lograr eso es a través del silencio. Yo no conozco otra forma de lograrlo, porque hay tanta bulla, exceso de información, de ruido, donde tú vas hay gente, gente por todos lados. Además, esa ansiedad de estar compartiendo en el momento en redes sociales.

Sin ninguna duda, ese hecho de que sea remoto, silencioso, majestuoso, te lleva a pegarte un cabezazo y decir ‘no soy nada y no controlo nada’. Pasan cosas en el alma

Siete días de puro hielo en la Antártica… Claro, puedes verlo de esa forma, pero tendrías que ser puro hielo para no conmoverte. Es una excursión que no la voy a volver a repetir: Es algo que hay que hacer una vez en la vida.

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Iceberg.

Yo me sentía muy privilegiado de poder ir a la salida del invierno, cuando todo era blanco, blanco, blanco. Las columnas, las formas de los icebergs… Parecía un parque de esculturas. Es como si hubieras puesto a los mejores artistas del mundo a tallarlos, algunos con perforaciones, con formas interpretables. Y eso, con las nubes, con el cielo azul. Fue perfecto.

Hoy en día, los viajes se han masificado. En algún momento, la Antártica se va a masificar, tengamos esa certeza. Pero de momento no. Yo creo que ese es el privilegio del ‘momentum‘ que me tocó y que lo sé valorar«.

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Eugenio Cox.

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